
POR FABIAN ARIEL GEMELOTTI
Estoy en la cama, una cama con un colchón sucio y sábanas manchadas de sangre. Son seis chicas que están conmigo en una celda muy sucia y con olor a sangre y carne humana. Una de las chicas me ha cuidado mucho preocupándose por mi salud. Me ha contado que la llevan todos los días a la sala de tortura y que ahí el Juez y el Coronel la torturan con la picana en los labios de la vagina y en los pezones. Me hice amigo de ella y esta chica me trata de averiguar sobre Anita; pero nadie sabe nada de mi novia. Es como si se hubiese esfumado en el aire o está en otra prisión.

Siento pasos por los pasillos y se abre la celda y un tipo morocho y rústico me agarra del brazo y me saca del calabozo y ante la mirada de mi amiga y las otras chicas voy al matadero como un cordero. Caminamos por pasillos obscuros y no se ve nada a los costados. Llegamos a una playa de lavado de autos
-El ordenanza José dónde mierda se metió.
El tipo morocho grita como un soldado en una batalla. Aparece un tipo bajito y morochito. Debe ser el tal José porque le entrega unas llaves al morocho.
-¡Hijos de putas! El Coronel necesita el auto para llevar a doña Claudia a la Iglesia, mañana debe confesarse como todos los viernes.
El tipo morocho me dice que me mueva y me agarra nuevamente del brazo y subimos unas escaleras y llegamos a una puerta de madera y la abre. Entramos a una oficina y me dice que avance. Hay máquinas de escribir y tipos escribiendo y un casillero lleno de papeles. Entramos a una oficina mal iluminada donde hay un sillón y una silla rota, un escritorio y muchos libros. Aparece un tipo alto y fino y le indica al morocho que se retire.
-Soy el Juez de Instrucción y necesito interrogarlo muchacho.
-Señor yo no hice nada.
-Usted es un Subversivo.
El tipo grita «que venga el Pelotudo de Mesa de Entradas y el Boludo del Sumariante». Aparecen dos tipos, un gordo con olor feo en la ropa y un flaquito con cara simpática.
-Vos Ignacio traeme las cadenas.
El flaquito va a un costado de la habitación y trae cadenas y me atan. Veo su rostro compungido mientras cierra un candado nuevo. Estoy encadenado a una silla y adelante tengo al tipo que dice ser Juez.
-Escuche usted muchacho, yo soy el Juez de Instrucción y cumplo órdenes nada más. Estos inútiles que usted ve son mis Empleados. El flaquito aquel es el hijo de mi sirvienta, lo hice entrar a Tribunales así me sirve el café y de paso sigue mis órdenes en los expedientes. Aquel gordo oloriento vendía churros en la puerta del Tribunal. Lo hice entrar así me atiende la Mesa de Entradas y espanta a los curiosos con su olor nauseabundo.
-Señor yo no soy de este tiempo, vengo de otra época. No sé cómo llegué acá.
-Pedazo de Sorete Comunista, todos dicen eso. ¡Acaso se cree el Eternauta usted! Usted fue encontrado en un basural con dos cuerpos a su lado. Había armas con usted. Y lo trajeron medio muerto a las celdas porque usted tiene cara de subversivo.
¿Esos cuerpos son de quién? siento miedo que sean de Anita y otra persona. Respiro profundo.
-Un infeliz disfrazado de Zorro que resultó ser una joven subversiva y un boludo disfrazado de calabaza. ¿Usted se cree Caperucita Roja?… Mierda y mil veces mierda. Vamos a picanearlo y me tiene que firmar unos papeles porque el Coronel Villarruel quiere sangre y sangre joven.
-Señor esos cuerpos eran de otro tiempo. Yo vengo de estar en el 3121.
-Pedazo de loco usted lee mucho a Oesterheld, ese Viejo Comunista que vamos a pasarle la picana muy pronto.
-Señor…
El Juez saca una cosa del escritorio. Es un elemento filoso y se levanta de su silla y se dirige a mi lado y me pone ese objeto frente a mis ojos. Empieza a jugar y su rostro es sádico y saca la lengua y se lame los labios.

-Acá en Tribunales nos gusta torturar gente. El Poder Judicial está con la Junta Militar y Videla en persona nos reunió a todos los Jueces dando Instrucciones de Tortura. A los Jueces y Empleados Comunistas los echamos a la mierda o los matamos. Yo mismo maté a un sumariante, un estúpido que quería aumento de sueldo.
El empleado flaquito me mira triste y lo mira al juez con miedo. Veo al empleado sacar algo de los bolsillos. Se arrima al juez y se acerca a su cuerpo de una forma rara. Veo un cuchillo clavarse en la cabeza del Juez. El empleado gordo se avalanza contra el flaquito y lo golpea fuerte y el flaquito cae contra el borde del escritorio y su cabeza da en el borde y se desploma sangrando. El gordo se arrima a mí y le escupo y va a gritar y se desploma como por un golpe. Veo una sombra en la habitación. Tengo terror. La sombra empieza a iluminarse y a tomar forma y es Fernanda.
(CONTINUARA)
