
POR FABIAN ARIEL GEMELOTTI
Cuando conocí a María teníamos 9 años. María era alta y flaca y de pelo obscuro. Me fui enamorando de ella sin darme cuenta y le compraba chocolates y le escribía cartitas de amistad. Fuimos creciendo y llegamos a la adolescencia. Me puse de novio con su mejor amiga y María con mi mejor amigo. Salíamos los cuatro a tomar algo y a bailar. María era mi gran amiga, mi confidente, mi cable a tierra cuando estaba bajoneado. Nos queríamos y nos admirábamos.
Un día la veo a María sentada en la plaza llorando. Me acerco y la abrazo y siento que mi corazón late aceleradamente. María se había peleado con Carlos, su novio que era mi mejor amigo. Traté de consolarla pero siguió llorando y no pude hacer nada. Me fui de la plaza y la dejé ahí en el banco con sus lágrimas sin consuelo.

Un día me fui de la ciudad a estudiar cine a la gran ciudad. Me enamoré de una chica rica que me ayudó con dinero a pagar mis estudios y a pagar el departamento. Pasaron unos meses y nos casamos. Tuvimos una niña que fue nuestro sostén. Hice contacto con un cineasta famoso al terminar la carrera de cine y así pude filmar mi primer película. Fue un éxito e hice mucho dinero. Le devolví a Noel así toda su ayuda económica comprando una casa amplia con pileta y un jardín hermoso. En esa casa creció nuestra hija Mica y fuimos muy felices. Filmé un par de películas más y recorrieron el mundo. Mi nombre resonaba en los ambientes intelectuales. Empecé a dar cursos de cine, entrevistas muy bien pagas y a viajar por Europa y Estados Unidos. Noel me amaba y yo la quería mucho. Noel era preciosa y su cuerpo de una perfección deseable. Teníamos un sexo de caricias y deseos.
Un día estaba dando una conferencia y al terminar se acerca una mujer alta y de pelo obscuro. Era María. Me alegré muchísimo. Me cuenta que se casó con Carlos y que le pegaba y la insultaba. Se fue a la gran ciudad huyendo de ese matrimonio destructivo. De eso hacía cinco años. Trabajó en una tienda y hacía poco fue despedida por reducción de personal. Le ofrecí trabajar en mi casa cuidando a mi hija Mica adolescente. Le presenté a María a mi esposa. Mi hija al ver a María no le cayó muy bien. Pero con el tiempo se hicieron grandes amigas y salían las dos a todas partes. Tengo que confesar que estaba enamorado de María todavía pero ese amor era algo que perduraba en el tiempo pero no tenía esa chispa de la adolescencia. María nos preparaba la comida y empezó a dirigir la casa como si fuera de ella. Organizaba las compras y se encargaba de los impuestos y hasta de los mínimos detalles.

María seguía siendo hermosa con su pelo negro y su piel de terciopelo. Su cuerpo tenía ese aire de seducción que tienen las mujeres morochas y andaba por la casa en ropa gastada y ajustada. Su cuerpo se marcaba mucho y sus senos ahí parados y su cola bien formada. Mi esposa Noel empezó a sentir celos de María. Primero empezó a maltratarla y también a nuestra hija le gritaba. Noel estaba furiosa y empezó a engordar y a descuidar su vestimenta.
Tuve que irme de urgencia a Rosario a dar una charla muy bien paga. Estuve ausente tres días y al volver mi esposa era un desastre. Estaba nerviosa, desarreglada y me gritaba. María me dijo que le pegó a Mica una cachetada y mi hija se fue de la casa de una amiga. Agarré el auto y fui a buscarla a Mica.
Estábamos en mi auto llegando a nuestra casa y nos pareció extraño que los perros no ladraban. Al estacionar el auto mi hija se baja corriendo y yo detrás de ella corro también. Nuestros perros estaban ensangrentados con un cuchillo clavado en la cabeza. Entramos a la casa y la vemos revuelta. Subo corriendo a las habitaciones y estaba todo roto. Grito el nombre de mi esposa y nada. Me voy a la habitación de servicio donde dormía María y la veo ensangrentada tirada en el suelo. Un cuchillo tenía clavado en el pecho. Me dice entre susurros agonizantes que mi esposa se volvió loca y enpezó a romper todo y mató al perro y después la corrió a ella y le clavó el cuchillo. Yo estaba arrodillado junto a María sosteniendo su cabeza. Se estaba muriendo. Siento un grito que viene de abajo y apoyo a María en el suelo y salgo corriendo. Desciendo las escaleras y mi hija estaba en el suelo con un cuchillo clavado en la cabeza. Me desespero y trato de sacarle el cuchillo. Logro sacarlo y los chorros de sangre empezaron a salir a borbotones. Tenía la cabeza abierta y se le veían los sesos. Grito fuerte el nombre de mi esposa y siento que responde una voz entre la locura y el odio «hijo de puta…». Veo a mi esposa con un arma y me apunta. Me va a matar pienso. Noel tiembla con el arma y se pone el revolver en la cabeza y dispara. Los sesos salen de su lugar y se esparcen por la casa.

Esto que conté paso hace diez años y ahora vivimos con María y nuestra hija Laura en un departamento lujoso. Ese día de la tragedia lograron salvar a María. Fue un milagro. Estaba herida de muerte y los medicos lograron salvarla.
María hace un tiempo actúa rara. Está empezando a descuidar su cuerpo y su vestimenta. Está celosa de nuestra sirvienta que se hizo amiga de nuestra hija.
