
POR FABIAN ARIEL GEMELOTTI
Generalmente se ve a la historia como algo «Retro». La historia para el «común» de la gente son temas «viejos», algo vintage. La historia que se consume no es la historia de investigación, es la historia de los documentales o lo que se escucha en los medios y se consume en redes sociales. En esos lugares la historia no es historia, es algo «Retro», un adorno como si fuera para coleccionistas.
El problema de cierto coleccionismo es que ven a los objetos históricos como un representante vintage para una colección. La historia es otra cosa, algo más complejo. No hay una sola historia, cada historiador cuenta su historia. Eso lo interesante de la historia que es muy diferente al derecho o la medicina que están armadas desde lo rígido de la moral burguesa. El Derecho y la Medicina son Ciencias totalizadoras. La historia no usa la palabra ciencia porque está más emparentada a la literatura que a las ciencias llamadas «Sociales».
La intranscendencia de Jesús en el mundo romano muchas veces se niega, y se niega porque hablar del tema es ir contra dogmas religiosos y culturales de la conformación de los mitos históricos occidentales. Jesús tiene una construcción social y religiosa, y lo religioso es social; así que Jesús es una construcción del gran mito de Occidente. Del Jesús sin transcendencia de época se llega al Jesús de la estampita. Todo mito sirve para que el poder pueda ejercer dominio.
Jesús fue para su tiempo una persona más entre miles de personas. La crucifixión y la cruz y las curaciones y todo lo que rodea a Jesús son mitos construidos posteriormente a su muerte. El Siglo I no registra a Jesús, porque la vida de Jesús se desarrolla en una provincia lejana de Roma. Judea era un dominio del Imperio Romano, importante como estrategia geográfica para contener el avance de los pardos. Herodes el Grande era el patriarca hebreo que vendió la independencia de Judea a cambio de estabilidad económica y política. Roma domina a Judea y Herodes es el gobernante que no opone resistencia, porque el Imperio tenía la fuerza y la economía firme para el crecimiento de Judea. Sin el Imperialismo Romano Judea hubiese desaparecido, es un mito la dependencia oprimida. Nadie oprime si no hay un pueblo convencido de la opresión. No existe opresión solamente de la espada. La dependencia a Roma trasciende a Judea. Jesús nace en un dominio romano, hijo de padres de clase baja. Padres analfabetos y trabajadores precarios. No eran ciudadanos romanos, por lo tanto sus derechos eran limitados.
El Imperio Romano no fue tan cruel como se dice: había libertad de pensamiento y de culto. Había prosperidad económica en los sectores «medios» y fueron grandes juristas. Había leyes sobre la esclavitud donde se protegía al esclavo del maltrato del amo. Tenían leyes matrimoniales y divorcio. Y había leyes de minoridad y se castigaba el maltrato a la mujer. Y el aborto estaba permitido en ciudadanos libres.
Entonces ¿por qué Jesús molesta al poder? Jesús no es ciudadano de Roma y por lo tanto no responde a leyes estrictas imperiales. Jesús es un desclasado, no se le conoce actividad laboral alguna. Y como desclasado puede vagar y predicar y hablar libremente, porque sus discursos no son molestos. ¿Qué le importa al Imperio que hable de un Dios y sane? Para Roma eso es intrascendente. No es el único «Predicador de época».

Jesús es molesto solamente para las clases altas hebreas, porque su discurso va contra los «Privilegios» de clase del Poder Hebreo. Pero es un discurso, palabras nada más; las revoluciones se hacen con armas no con palabras.
Ahí está la cuestión; Jesús es intrascendente para Roma y molesto para la clase sacerdotal, porque sus discursos son contra lo dogmático de las clases dominantes hebreas. Pero solamente son molestos sus discursos no decisivos para una revolución armada. Jesús predica al pueblo hebreo, no a los romanos. El politeísmo de Roma estaba asentado sobre bases firmes culturales, y los ciudadanos romanos veían a Jesús como un simple «filósofo». Era común predicar Doctrinas de Dioses. Nadie se alarmaba sobre eso. Cuando Jesús es condenado a muerte el Gobernador Pilatos lo condena porque no quiere inmiscuirse en asuntos internos de Judea (sabemos que existió Pilatos pero lo que sabemos de su condena son las palabras evangélicas escritas muchísimo tiempo después de los sucesos históricos). Y Jesús muere en la cruz (la cruz una muerte muy común de la época) y muy pero muy pocos seguidores lloran esa muerte. Se calcula que Jesús tuvo 100 seguidores, muy poca gente para una religión y para ser molesto para el Imperio.

Jesús no funda ninguna religión ni tampoco fue muy «peligroso» para el sistema de la época.
Del Jesús intrascendente nace el mito de Occidente. ¿Y por qué? Eso ya es tema de otro ensayo.

NOTA: «LA PUERTA DE ENTRADA AL INFIERNO», 2016. Libro de mi autoría sobre el Mundo Antiguo. Ediciones Mundo Espacial. Ocho ediciones.
