
POR FABIAN ARIEL GEMELOTTI
Cuando le preguntaron a Sarmiento en 1880 qué escribía, les respondió que él escribia sobre su vida. Eso es literatura autobiográfica. En Argentina la generación de oro «conservadora» escribía sobre sus cosas, hacían autobiografía. Juvenilia de Cané y el Facundo son autobiográficos. En Juvenilia Cané escribe con su estilo descuidado y rápido su adolescencia como estudiante en el Nacional de Buenos Aires. Es un libro grandioso Juvenilia, pero más grandioso es Facundo de Sarmiento; «es el libro que debería ser el libro nacional» (decía siempre José Pablo Feinman ).
Con el Facundo nace la literatura argentina y Amalia de Mármol queda sometida a los mandatos del Facundo ( si entendemos a la literatura como formas y estilo no es descabellado decir que nace con Sarmiento ). Si el Martin Fierro nos habla del gaucho y su tierra y hace un culto de esa cultura gauchesca, Sarmiento nos dice «el gaucho es sucio y violento». ¿Era racista Sarmiento y era «sucio y violento el gaucho»? Leerlo a Sarmiento desde lo «ideológico» no sirve, porque el estilo de Sarmiento es salvaje y su obra refleja ese salvajismo del hombre duro y sin filtros. Ahí está el valor de su literatura. Sarmiento hizo de la autobiografía literatura.
Solía decir Cané que la obra literaria debe sudar por los poros. En Sarmiento suda y suda sangre. Los destructores de Sarmiento ven un Sarmiento «racista y provocador del gaucho». Sarmiento era un provocador del establisnment y el establishment es la representación de la razón. Sarmiento escribía con la sangre, fue un discípulo de la tradición salvaje de Cervantes y Quevedo.
En el Siglo XX Florencio Sánchez y Arlt siguen con esa tradición autobiográfica. Arlt lleva a la ficción toda esa vida «sufrida» de la clase media iriyonista (los radicales siempre fueron los payasos del país salvaje). Y Florencio Sánchez construye con el inmigrante un personaje literario.
Literatura y autobiografía van de la mano. Todos los escritores son autobiográficos. Borges lo fue en sus ficciones cargadas de simbolismos y de mundos de fantasías. Cortázar también en su Rayuela nos retrotrae a lo autobiográfico. Y Puig nos carga la vida loca de un homosexual en su Beso de la mujer araña. Puig es lo más autobiográfico que se pueda leer en la ficción. Pero tenemos autores autobiográficos como Lamborghini y Dalmiro Saez que fueron «malditos» de nuestras letras. Lamborghini sí fue un «maldito», Dalmiro se acerca y pega en los palos. A Sarmiento también se lo puede llamar «escritor maldito», estaba en los bordes de la locura literaria. Y sin locura no hay literatura. «La literatura la construyen los locos no los cuerdos de la razón pura», solía decir Fante.
El lector común tiene esa idea errónea que literatura está asociada a lo académico. Cuando cursaba Historia era el debate «obligatorio» qué es la historia; los «límites» entre ficción y realidad. Mi novia que era estudiante de Letras y de una cultura arrolladora me decía: «la Historia es ficción y estilo». También el sexo es ficción y estilo, la impronta personal hace del sexo literatura. Entonces viene un tipo como Bolaño y su falsa perspectiva de lo literario y el lector compra esa «tendencia». El lector desprecia lo autobiográfico sin darse cuenta que todo es autobiografía. Por eso es importante Sarmiento en nuestras letras, porque escribía sobre su vida en una Argentina que nace como ficción y toma forma de país en esa disputa entre «civilizados» y «gauchos». En definitiva el gaucho fue el sin tierra y el cabeza del Siglo XIX. Si sentimos compasión por el gaucho en el Martin Fierro vamos a sentir asco por un Sarmiento provocador y autobiográfico en su Facundo. Pero si vemos al Facundo como obra literaria autobiográfica vamos a sentir deseos de sus textos, porque Sarmiento nos muestra al gaucho y al caudillo de una forma cruda que no lo muestra el Martin Fierro cargado de romanticismo.
Iba a citar a más autores, pero me molesta esa cosa de citar por citar.
Pero citemos un libro más, «La vida salvaje de dos amantes». Es un libro anónimo argentino de los setenta. Un hombre de unos cuarenta años se enamora de una adolescente y viven un idilio de pasiones. Hay sexo explícito y crudeza represiva de un país dictatorial. El libro circulaba en los ambientes burgueses en plena dictadura. Mi abuela tenía un ejemplar y antes de morir me dijo «este libro es tuyo», y ahora está en mi biblioteca. Para muchos fue un libro de ficción, pero se encontró una carta hace un tiempo que desvela a su autor. El autor del libro fue una adolescente que lo publica en forma anónima porque ese amor fue su pasión hacia el mejor amigo de su padre.
En definitiva los lectores no están preparados para comprender que la literatura es autobiografía y aunque leamos sobre amor pasional en forma de ficción los textos se cargan de cosas personales porque toda ficción surge de pasiones individuales.
Quien quiera entender que entienda y el que no entiende que no pregunte pavadas.

