
POR PATRICIA ANGELICA GONZALEZ [*]
De pronto se escuchó lo que la mayoría esperaba:
-¿Quién quiere participar en el Acto del 25 de Mayo? -dijo la Maestra.
Muchas manos levantadas y muchas voces al unisono dijimos «¡Yo!».
Inmediatamente fuimos convocados al Salón de Actos, ahí nos esperaba la Maestra de Música. Y empezó la prueba de bailes para ver quién podía actuar. Teníamos que bailar, movernos en el escenario y hacer unos gestos con los brazos, estos dos últimos lo hacíamos porque si, alfin y al cabo éramos chicos y chicas, en edad de hacer esas cosas.
La Maestra de Música observaba atenta, y fue bajando del escenario a quienes consideraba que no lo hacían «bien». Fuie quedando… Ya estaba elegida, pero faltaba que elija a mi partenaire… Yo solo rogaba que lo elijan a «él», probó a varios y armo parejas, hasta que llegó mi turno y si: me tocó bailar con quién yo quería.
Hubo muchos ensayos y llegó el gran día: 25 de Mayo. Recreamos una gran fiesta de la alta sociedad colonial, y yo bailé con quién consideraba el más lindo de la clase. El que me hacía sonrojar, ése por el que iba los días de lluvia y los días de descanso después de algún viaje escolar, ése que siempre recordé. Ya en el escenario debía tomarme la mano, mirarme a los ojos y danzar.
Sólo sé que el suelo se volvió nube y que por un instante flotaba, yo estaba bailando en el cielo. Sólo el sonido de los aplausos finales, me bajó de esa maravillosa experiencia.
Mi primer baile, mi primera ilusión…
Y lo que pasó el 25 de Mayo, ya lo sabés, espero.
Felíz Cumpleaños de la Patria, brindo por vos, con fe y con esperanza.
Y compartiendo este hermoso recuerdo de mi infancia, mi escuela y mi corazón de niña.

[*] NOTA PUBLICADA EN LA REVISTA IMPRESA N° 6 – MAYO DE 2024
