LA CHICA DE PELO CORTO

POR FABIAN ARIEL GEMELOTTI

Estaciono la moto al lado del bar y las chicas miran. A veces no sé si me miran a mí o miran a la moto. Pero eso no me importa, porque siempre vengo a este bar a comer hamburguesas de soja. Acá trabaja una moza que me gusta mucho; delgada y pelo corto negro y tatuada. No sé por qué me gusta tanto esta chica, debe ser su rostro aniñado y su sonrisa tierna. Es el estilo de mujer que siempre me gustaron: muy delgadas. No sé por qué me gustan las mujeres de pelo corto, si mi gran amor era pelirroja de pelo muy largo hasta la cintura. Pero fue hace más de diez años, y ahora con treinta y seis años me empezaron a gustar las de pelo corto. Así funcionan los gustos, hoy te gustan así y mañana así.
«¿Hamburguesa de soja?», le digo que claro. Ella ya sabe mis gustos: una hamburguesa con papas y una cerveza bien cargada. Pero hoy tiene que ser mi día. La observo moverse, y me gusta tanto que pienso que me estoy obsesionando con ella. Mi novia vino una vez al bar conmigo y la trató mal a la chica y la chica me dijo otro día: «esa tu chica una pelotuda engreída». Yo le dije que sí, y una sonrisa cómplice se dibujó en su rostro. Hoy es mi día.
«Acá tenés, la preparó mi madre. Especial para vos». Me como la hamburguesa y me tomo la cerveza. Y pido la cuenta y la chica viene a mi mesa y me mira sonriendo y me dice: «tengo que ir al Centro, ¿me llevas en la moto?». Este es mi día.
La moto es muy linda, una deportiva roja que compré hace seis meses. La chica se pone la mochila al hombro y se sube atrás y yo arranco y nos metemos a la calle infectada de vehículos. Voy despacio y la hojeo por el espejito. Ella me pone una mano en la pierna y me dice fuerte, como gritando: «parate un cacho». Yo me voy para un costado y paro la moto. Y la chica se baja y prende un cigarrillo y me dice suelta y decidida: «llevame a comprar coca». No reacciono al instante, no soy de consumir coca, salvo un par de veces. Siento miedo y también estoy excitado con su pelo.
Entramos con la moto a una villa y ella me grita que pare. Y paro. Estamos frente a un ranchito y un pibe morocho de dientes grandes y feos se arrima: «hola pendeja, lo de siempre para vos». Un paquetito muy chico y la chica se lo guarda en el bolsillo. El morocho me mira y me dice: «linda moto para salir a bandear». Me voy rápido, y la chica me grita mientras la moto vuela a una velocidad digna de una picada: «paremos un momento». Paro la moto y la chica se baja. Estamos en una plaza. Y llevo la moto al lado de un banco y nos sentamos y la chica me abraza y me da un beso de lengua. Mi pene se pone re duro y siento que quiero cogérmela. La chica adivina mi intención y me dice: «podemos ir al Ideal a pasar la tarde juntos. Siempre me gustaste, más sabiendo que tenés novia».
Entramos al Ideal y pido la habitación con pileta, esa de dos pisos, abajo una pileta grande y arriba una cama y sillones. Siempre iba a ese hotel con la hija de un amigo. Y esa habitación es hermosa. La chica se desnuda y veo su cuerpo todo pintado y miro su espalda delgada con la palabra LOVE. La veo así toda desnuda desenvolver el paquetito y se mete la blanca en la nariz. La veo aspirar y sacudir su cabeza. Y deja el paquete abierto en una mesita y se mete a la pileta. Yo me saco la remera negra y las zapatillas y el pantalón y el calzoncillos. Medias no uso. Me meto también a la pileta. Estoy con una erección muy grande y ella se mete abajo del agua y me besa el pene y yo levanto su cabeza y la beso y la empujo contra los azulejos y la penetro así abajo del agua y sus tetas afuera y mi pecho afuera y nos besamos y abajo del agua mi pija trabaja y bombea y su concha está toda mojada y así media hora y nos separamos y salimos de la pileta y ella va a la mesita y se mete en la nariz la sustancia blanca y aspira.
«Me gusta tu pija mucho», «habrás conocido muchas pijas», «no creas, tengo 18 años y mi novio es muy celoso. Pero tenía ganas de coger con alguien más grande». Hablamos un rato y nos vamos a la parte de arriba. Se tira en la cama y yo me pongo abajo y mis piernas extendidas y la chupo toda y ella se retuerce y grita y me golpea la cabeza y me empuja y caigo cerca de uno de los sillones negros y ella se levanta y se arrima y me dice que me siente y se me sube arriba y la penetro y estamos cogiendo y la miro y veo su boca abierta y unos colmillos que empiezan a salir y arrima su boca a mi cuello y roza mi piel con sus colmillos y acabamos y la miro y le digo qué es eso y me dice que nada y baja corriendo la escalera y yo detrás de ella y la veo cambiarse y me dice que vamos y nos vamos y la dejo a dos cuadras del bar.

Al otro día voy con mi moto por la playa y la veo caminar y paro y me sonríe y la veo parada mirando el mar y me siento en la pared que da al mar y ella en bikini y yo con mi pelo negro y mi remera negra. Y me dice: «no nos podemos ver más, siempre voy a recordarte».
Y me voy.
Pasan tres meses y vuelvo al bar y no la veo y pregunto por ella y me dice una moza gordita: «la hija de la dueña, murió hace dos años en un accidente de motos». Le digo que eso es imposible porque la vi hace tres meses y la llevé en mi moto a un lado. La chica me mira y se ríe y se va y vuelve con un recorte de un diario y veo la foto de la chica y de un muchacho rubio y pregunto dónde está enterrada y voy al cementerio y veo su lápida y su foto y pregunto al guardián y me dice que acá están enterrados los jóvenes que murieron en un choque de motos.
Es de noche y estoy durmiendo profundo. Siento que me destapan y prendo la luz. Y la veo a la joven desnuda y se acuesta en mi cama y se sube sobre mi cuerpo y mi pene la penetra y veo su boca que se abre y veo los colmillos y su boca se posa sobre mi cuello y siento que los colmillos se clavan y veo sangre que chorrea sobre mi pecho y ella absorbe mi sangre y levanta la cabeza y se mueve y cogemos y yo me desangro y desangro.
Ella se ríe y se ríe. Y yo lagrimeo y lagrimeo.
Este es mi último escrito antes de morir. Lo dejo sobre la mesita de luz. Quien lo encuentre debe saber que no vaya por favor al bar donde está la joven de pelo corto.

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