DESTRUYENDO LA CASA BLANCA

EL CINE NORTEAMERICANO Y LA CONSTRUCCION Y DECONSTRUCCION DEL PODER

POR FABIAN ARIEL GEMELOTTI

Estados Unidos es un país de cine y el cine se alimenta de la «Realidad», porque entre lo «Real» y la «Ficción» hay mucha cosa para decir porque «No hay cosa más parecida a la Realidad que la Ficción».

En 1812 los ingleses incendiaron la Casa Blanca y James Madison y su esposa tuvieron que huir. Ahí comienza la primera realidad de la ficción de un país llamado Estados Unidos. ¿Qué diría el cine? Roland Emmerich en 1992 dirigió Soldado Universal donde Van Damme y Dolph Lundgren logran un éxito arrollador en un filme que es una forma de decir que Terminator está presente en todos los filmes pos Schowarzenegger en la ficción norteamericana (¿la Realidad es un Soldado Universal?).

Ememerich nació en Alemania y estudió televisión y diseño. De Europa se traslada a los Estados Unidos y Soldado Universal y en 1994 Stargate le dan prestigio. En 1996 dirige Día de la Independencia. La película tuvo mala crítica en Argentina y crítica liviana en Estados Unidos. Las naves están ahí, y están decididas a destruir el planeta. El mundo debe unirse en una alianza para combatir al enemigo alienígena. El filme toma a clásicos de los años ’50 cuando el miedo a las invasiones de todo tipo eran una constante en la Literatura y el Cine. Tiene retazos de la novela La Guerra de los mundos de Wells y más precisamente en la adaptación para cine de 1953 de Byron Haskin. Los alienígenas destruyen la Casa Blanca.

El Presidente debe huir y vemos la destrucción del símbolo patrio. La bandera se cae al ritmo musical. Una escena muy criticada pero gracias a esa escena el filme marca una época y gana el Oscar. Pero más allá del premio no tuvo aceptación del progresismo de izquierda norteamericano. Los multimillonarios actores de Cine Norteamericano siempre fueron «progresistas» y críticos del sistema que los hizo millonarios.

¿Por qué será que hay tantos millonarios en la izquierda? Una vez dijo un crítico de cine: «el Cine hace Ricos a los Progresistas». No sé si es tan así, pero siempre me llamó la atención ver a la izquierda poblada de gente con dinero, como que el dinero da la posibilidad de hablar libremente y no ser censurados por el establishment.

Es fácil ser un progre con el estómago lleno. Por eso los populismos captan a los pobres, porque alimentan el estómago. Y el estómago es una ideología, la ideología de comer todos los días. De eso sabían los populismos tanto a la derecha como el Fascismo y más a la izquierda como el Peronismo. Pero estoy hablando de Cine, así que no usemos la licuadora.

Superman 2 en 1980 reduce a escombros a la Casa Blanca; el general Zod y Ursa y Non son los destructores. No se ve la Casa Blanca destruida por fuera, pero el interior está reducido a escombros. Tim Burton en 1996 rompe ventanas y los vidrios caen al suelo del símbolo patrio y vemos destrozos muy grandes adentro de la Casa Blanca. El filme es de alienígenas, una competencia de Día de la Independencia. El progresismo le dio el visto bueno porque la dirigió un Director caracterizado de «Progre», y sabemos lo que eso significa para el Establishment.

Con Día de la Independencia pasa otra cosa, no es filme tomado en serio en 1996 y tardará unos años para que muchos se den cuenta que es un filme muy logrado y muy jugado. Pero volvamos a Roland Emmerich. En 2004 vuelve al ruedo el Director Alemán y una ola gigante destroza la Casa Blanca. Un filme muy bueno y como todo el cine de Emmerich siempre ataca símbolos de Estados Unidos. Aparte ver a Dennis Quaid y a la bella Emmy Rossum con 18 años es un lujo para todo cinéfilo amante de la mujer morocha.

En 2013 Antoine Fuqua dirige Olympus Has Fallen. Un ataque terrorista a la Casa Blanca pone en jaque el sistema norteamericano. Es el miedo a Corea del Norte lo que hace que se enfoque el cine en este proyecto cinematográfico financiado por la CIA para mostrar un «posible ataque terrorista».

El Gobierno de Estados Unidos financia mucho cine, al igual que lo hizo Hitler en Alemania y la dictadura en Argentina y cualquier gobierno en cualquier parte del mundo. Lo visual es propaganda efectiva. Y penetra más fácilmente que la lectura. Lo bueno del filme que trabaja el escocés Gerart Butler, el gran actor de 300.

Estados Unidos se permite este tipo de cine porque allá el cine es dinero. Y el dinero permite mostrar un tiro en la cabeza de un Presidente o a un Presidente teniendo sexo mientras golpea a una mujer. Allá todo es dinero, y en eso el progresismo no protesta porque al fin y al cabo los progresistas se hacen ricos gracias al capitalismo.

Es fácil ser progresista cuando no falta la comida. Y la cuenta bancaria atesora millones de dólares. En Argentina pasa lo contrario, hay progresistas muertos de hambre que defienden al progresismo porque «es bueno ser progresista porque queda bien y tiene aceptación social», y pongo comillas porque me gusta como queda.

Decía Milcíades Peña: «el progresismo cree que las Luchas de Clases se dan entre partidos políticos del sistema: conservadores versus comunistas o oligarquía versus Peronismo o Socialismo versus Radicales o lo que fuere en cualquier parte del mundo. Ahí está la confusión que generan en la población, porque se entabla una lucha de poder ficticia donde el verdadero ganador siempre es el Poder y no hay lucha de clases.

Las clases sociales no se determinan por el pensamiento ni por la pertenencia a un orden político determinado. Lucha de clases es entre explotadores y el que es explotado sin importar lo que piense el explotado en materia política», y concluye Milcíades: «Los Ricos por más pertenencia a partidos de izquierda que sostengan van a ser explotadores y los pobres aunque admiren al fascismo van a ser explotados toda la vida. Eso es lucha de clases, y no la que cree todo el mundo». Peña fue un intelectual autodidacta, el autor de la mejor Historia Argentina. Peña también escribió un par de textos de cine y lo cito porque tengo ganas de citarlo y listo.

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