
POR JOSE IGNACIO AGOSTINI
INTRODUCCIÓN
La construcción de una comunidad de futuro compartido para la humanidad se ha consolidado como una idea central para la República Popular de China (R.P.Ch.) desde hace algún tiempo. Esta construcción discursiva diplomática y política, que remonta al discurso expresado por el Presidente Xi Jinping en 2013, refleja la necesidad de aplicar el pragmatismo chino en el Comercio Internacional y generar dinámicas diferentes a las que Occidente ha establecido en las relaciones internacionales, infundiendo en la geopolítica aires de conflicto, miedo, sangre y ambición.
DESARROLLO
El año 2025 presenta a las relaciones internacionales en un momento bisagra tras el triunfo de Donald Trump en las últimas elecciones presidenciales de Estados Unidos. A pesar de prometer que pondrá fin a la guerra entre Ucrania y Rusia, conflicto que China había intentado resolver desplegando sus esfuerzos diplomáticos tras su éxito en las negociaciones de paz entre Irán y Arabia Saudita en 2023, el flamante presidente estadounidense promete profundizar la guerra comercial con la R.P.Ch. mediante el establecimiento de altos aranceles a los productos chinos, la pretensión de comprar Groenlandia al reino de Dinamarca y recuperar el Canal de Panamá.
La delicada tensión de la paz global se encuentra jaqueada por el deterioro de la capacidad de consumo y calidad de vida de los países dominados por la política Noratlántica. Al igual que ocurrió en 1914, 1939, 1973 y 2001, la guerra resulta el mecanismo adecuado para activar la matriz productiva de Estados Unidos y evitar un estallido social en el que un tercio de la población local se encuentra sin seguro de salud y con salarios por debajo de la inflación, tomando en cuenta los últimos 40 años. La democracia en Occidente se ha convertido en un muñeco de paja. El desarrollo prometido por el estado liberal de lógica anglofrancesa no está logrando retener a los habitantes del mundo. Gracias a los nuevos medios de comunicación, las personas pueden ver que existen otras formas no liberales de lograr el desarrollo humano prometido.
La crisis de Lehman Brothers de 2008 demostró que la especulación financiera, máxima expresión del individualismo liberal (hoy conocido como discurso libertario en Argentina), necesita del egoísmo y del discurso del odio, los cuales fragmentan a las sociedades y disuelven los pilares del discurso comunitario. En contraste, el discurso comunitario se basa en la producción y el consumo de bienes y servicios, que se habían desplegado a partir de 1945 junto con los derechos humanos en Occidente.
Insistir en que la R.P.Ch. es un régimen (como lo utilizan muchos medios de comunicación en Occidente, como Infobae y CNN) resulta curiosamente arbitrario. China, un estado que gobierna a 1,4 mil millones de personas, con una superficie soberana de dimensiones similares a las de Estados Unidos, ha logrado en 40 años una movilidad social que Occidente no ha alcanzado ni por aproximación; hoy, 800 millones de personas han salido de la extrema pobreza y otra gran parte de la población lleva una vida modestamente acomodada. Algunas directrices propias del valor orden requieren mecanismos necesarios y suficientes para garantizar la seguridad pública y nacional de un estado cuya población representa una fracción importante de la población global. Estos mecanismos no son muy distintos a los utilizados por Estados Unidos, por ejemplo, e incluso, sin ser potencia, la Argentina libertaria, solo que en estos países son dirigidos por empresas privadas (como es el caso de Meta y X) con acuerdos implícitos con los gobiernos locales. Estos gobiernos, a través de sus máximos Tribunales de Justicia, legitiman numerosas infracciones a las normas de libre mercado, privacidad y propiedad, con el argumento de la tutela de la seguridad nacional. Un claro ejemplo es el comportamiento de la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos en el caso “Tik Tok”.
Ser una potencia mundial no es tarea fácil y, frente a la competencia por el dominio global, se filtran numerosos datos (información relevante y sensible) que permiten a la competencia socavar todo aquello que demandó tiempo y esfuerzo para lograr: garantizar el bienestar social y un desarrollo económico continuo y sano de sus ciudadanos. A diferencia de los países líderes occidentales, que desde la década de 1960 no han realizado obras públicas importantes, China ha llevado a cabo centenares de proyectos de infraestructura monumentales tanto en su territorio como en el extranjero. En China, se puede observar la construcción de una red de ultra alto voltaje y un tendido de alto voltaje en la región de Xinjiang. Además, el diseño, la construcción y el desarrollo de ciudades inteligentes como Beijing, Hangzhou, Shenzhen, Shanghai, Guangzhou, Chengdu, Suzhou, Nanjing, Tianjin y Jinan. También, la expansión de su red ferroviaria normal, de cargas y de alta velocidad. En 2024, China logró el récord de trasladar a 4.000 millones de usuarios y una cifra similar en cargas de mercancías. Actualmente, su red ferroviaria operativa asciende a los 162.000 km, y se proyecta alcanzar una red de 180.000 km para 2030.
En el extranjero, se pueden observar las obras y la transferencia de conocimiento a los gobiernos locales en los proyectos de metro realizados en Bogotá (Colombia) y São Paulo (Brasil), y en el puerto de Chancay (Perú), que fue construido en tres años y tiene una capacidad operativa de entre 1,4 y 1,6 millones de contenedores. China ha construido y financiado varios proyectos ferroviarios en África, entre ellos el ferrocarril Mombasa-Nairobi en Kenia y el ferrocarril Addis Abeba-Yibuti en Etiopía. Además, ha conectado Laos, Vietnam y Singapur (próximamente) a su red ferroviaria.
En Argentina, se esperaban importantes obras de infraestructura y transferencia de conocimiento para centrales hidroeléctricas que atenuarían el déficit energético que el país arrastra desde hace tiempo. Sin embargo, debido a la pobreza ideológica de la gestión política, el gobierno libertario argentino rompió los pactos celebrados en 2015 con China para formar parte de la Franja y la Ruta, auspiciada por el gobierno de Xi desde septiembre de 2013. La paralización de las obras chinas en la Patagonia argentina es un hecho. Dos centrales hidroeléctricas, que cubrirían la demanda de 5.093 gigavatios por año y representaban la mayor inversión en el extranjero realizada por la R.P.Ch., quedaron detenidas.
CONCLUSIÓN
El mensaje de Xi se enfoca en resaltar no solo lo que China ha hecho, sino también lo que hará. China ha implementado políticas proactivas para lograr un desarrollo de alta calidad, lo que ha resultado en una notable recuperación económica, con un PIB superior a los 130 billones de yuanes (equivalente a 18.2 billones de dólares estadounidenses), y avances significativos en sectores como vehículos de nueva energía, inteligencia artificial y exploración espacial. Se han adoptado medidas para mejorar el bienestar de la población, incluyendo el aumento de la pensión básica, la reducción de los tipos hipotecarios y la facilitación del acceso a servicios médicos. Estas acciones reflejan el compromiso del gobierno con la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos.
China ha jugado un papel activo en la reforma de la gobernanza global y ha promovido la cooperación y la solidaridad internacional, especialmente entre los países del Sur Global. Los acuerdos con Brasil y el desarrollo del BRICS+ son una muestra de ello. A través de iniciativas como la Franja y la Ruta, China ha contribuido a la paz y estabilidad mundial, destacándose en foros internacionales como la Cumbre de Beijing del Foro de Cooperación China-África.
Mantengo la ferviente esperanza que Argentina retome el camino marcado en el 2014 y se materialice a partir de las próximas elecciones legislativas del presente año.
