LA ORTOGRAFÍA, ESA MALDITA REGLA ACADÉMICA

ESCRIBE FABIAN ARIEL GEMELOTTI

Los escritores no son académicos ni correctores de escrituras, ¿le dan importancia a las reglas o las reglas ortográficas y gramaticales están por debajo de un texto?
Scott Fitzgerald no respetaba las puntuaciones y usaba mucho la «Y» al puntuar la terminación de una frase e iniciar otra frase. Fue criticado por esa «libertad» de sintaxis. Pero no era «libertad» porque Fitzgerald escribía así porque no le daba importancia a la puntuación.

La primera edición de Él Gran Gatsby en 1925 se publica con quince errores ortográficos y 200 de tipeado. Después se corrigen en las sucesivas ediciones; pero queda esa edición que fueron quinientos ejemplares que un crítico de un diario dijo «hay que quemarlo junto al escritor». Fitzgerald que era sarcástico dijo que los correctores son escritores fracasados y por eso se dedican a correctores.

García Márquez decía que había que suprimir las reglas ortográficas. Siempre tuvo problemas con la «b» y la «v» y escribía consultando una tablita ortográfica pegada a la pared junto a su escritorio.

Borges en su primer libro se publica sin pasar por correctores y fue un «desastre» que Borges remedió yendo librería por librería comprando los libros y después los guardó en un cajón.

Mario Vargas Llosa no quería corregir sus textos. Era joven y un marxista dedicado a la militancia y cuando se publica su libro La ciudad y los perros no quiso que pasara el original por las manos de «mugrientos correctores» y la edición quedó con cincuenta errores ortográficos. Un compañero de militancia le dijo «andá y cagalo a trompadas al editor» y Vargas Llosa le dijo que eso no hacía falta porque el editor «es un cornudo como lo son todos los editores».

Las reglas se hicieron para no respetarlas y respetar las reglas es asumir que uno no es humano y es una máquina tipeadora.
En todo libro editado hay pruebas de imprenta (galeras) donde el escritor revisa una y tres y diez veces sus textos. Generalmente se revisa las formas. La ortografía y tipeados es para el corrector. Las grandes editoriales tienen correctores de estilo como ocurría con Hermingway que era un desastre con la puntuación y siempre decía que él escribía y ese era su oficio y que el trabajo sucio lo hagan «los empleados de las editoriales».

Siempre que quedó eso que decía Paul Auster sobre un libro publicado: «yo corrijo poco y una vez publicado un libro lo archivo y me dedico a otro libro y dejo que ese nuevo libro corrija al libro anterior». El exceso de «y» era su costumbre. Y tenía razón porque un libro una vez editado la mayoría de los escritores entran en la crisis pos edición y se dicen: «es una mierda la edición». Esa «mierda» posibilita mejorarse para la próxima. Nadie queda satisfecho con una edición de un libro. Es como cuando tuviste sexo del «bueno» (eso cree uno) con una chica «linda» y cuando al tiempo conocés a otra chica «linda» la chica que antes era «linda» deja de ser linda para pasar a ser «pudo haber sido mejor». Es la crueldad de la creación.

Crear es un «acto fallido» diría Freud que al terminar de escribir un texto siempre lo asociaba al sexo oral. Escribir es un sexo oral con esa lactancia infantil que tenemos todos los escritores.
El escritor es un bebé tomando la teta de su mamá. Es edípico escribir. Se vuelve al útero materno cuando se está produciendo un texto. Por eso los escritores son tan infantiles y parecen nenes del jardín de infantes «¿te gustó mi libro?» «me siento con llantos en los ojos». El escritor necesita la aprobación como el niño que en el jardín de infantes no sabe si compartir las masitas con el grupo o comerse la de chocolate encerrado en el baño del colegio para que nadie lo vea.

En mi último libro editado hay dos errores ortográficos. No me dejaron dormir tres días. Me pregunto cómo mierda se me pasaron. «Ennegresido» va con «c» y yo lo puse con «s». Y después veo inundación con una doble «n». Y hay errores de tipeado. Primero me la agarro con mi editor y me dice «vos no usas correctores». Está bien, tiene razón. Prefiero revisar yo mismo mis textos y si alguno ve un error en mis libros impresos «que se la aguante» porque yo no respeto normas de sintaxis ni gramaticales y a veces pongo la «;» porque debo seguir escribiendo y no voy a perder tiempo en ver cómo mierda coloco el punto y aparte.
Y siempre es digno recordar que Arlt ponía «guevos» con «g» y su Juguete ravioso el original parece el cuaderno de un chico del jardín de infantes.

Deja un comentario