ESTRUCTURALISMO ECONOMICO: ¿EL KEYNESIANISMO DE LATINOAMERICA?

POR MARÍA ÁNGELA MOSCATO

En el Siglo XIX, comienza el proceso de la gran divergencia. El mismo coincide con la Revolución Industrial que tuvo su centro en Inglaterra. Aquí se aceleran la minería, la industria textil y la siderurgia. Es decir, que hubo una revolución de tipo energética, la cual facilitó las grandes urbanizaciones y el crecimiento económico, que se extendió a ciertos países, principalmente a Europa occidental y Estados Unidos. Durante este período se verificó la existencia de un crecimiento en dichos países, constituyéndose como los Países de “Centro” o “Desarrollados”, en contracara con los Países de la “Periferia” o Subdesarrollados”. Durante el Año 1929 se produjo la Crisis de Wall Street, generando que varios países adoptaran políticas económicas de tipo Keynesianas. La crisis se siente de manera especialmente pronunciada en la Argentina, que tiene pocos productos de exportación para colocar (principalmente carne y trigo) en pocos mercados. A partir del impacto de la crisis se llega a la conclusión de que es necesario activar el mercado interno con políticas deliberadas. A lo largo de este trabajo, analizaremos las Políticas Keynesianas, como así también sus diferencias y similitudes con el Estructuralismo Latinoamericano. Por último, mencionaremos las variantes que se dieron dentro de dicha Corriente Económica.

LA TEORIA KEYNESIANA Y SU RESPUESTA ANTE LAS CRISIS

La Teoría Marginalista afirmaba que el sistema tendía al pleno empleo, y, por lo tanto, los precios podían moverse libremente. Si había en el mercado un producto en abundancia, éste se consumía más porque se abarataba el costo, en cambio, si otro bien era muy escaso, se consumía menos porque se encarecía. Por otro lado, al eliminar la clásica Teoría de “Clases”, el Marginalismo, finalmente completó la “Naturalización” de la sociedad capitalista que la economía política clásica había comenzado, purgando a la economía política de su contenido histórico (Clarke, 1991: 201). Keynes cuestionó la idea marginalista del pleno empleo. Es por eso, que intentó demostrar que la situación normal del capitalismo del laissez faire en su estadio actual se desarrolla en una situación fluctuante de la actividad económica, que puede recorrer toda la gama que va desde el empleo total hasta el paro amplio, con un nivel característico bastante alejado del empleo total (Dillard, 1981: 5).

En segundo lugar, los Marginalistas tenían una visión limitada respecto a los factores económicos y las crisis. Esto se veía plasmado en el efecto Pigou, el cual planteaba que, si caían los precios, también lo hacía el consumo y el empleo. Por lo tanto, había deflación y los precios se iban a modificar en función de esos desequilibrios, dando un efecto de “saldos reales”. Con una deflación, el dinero tendría más poder de compra y, por lo tanto, aumentaría nuevamente el consumo y la demanda, cayendo la tasa de interés y generando un aumento de la inversión. Keynes se opone a esta idea, afirmando que los precios no eran lo suficientemente flexibles. En este sentido, podemos mencionar el efecto ingresos, el cual establecía, que, si caía el ingreso, se consumía menos, por lo tanto, caería la producción y se produciría desempleo. Es decir, que, a diferencia de los marginalistas, cuestionó la idea de que los factores de oferta fueran los únicos que movían la economía, sino que también existían factores sociales y políticos. 

Otra idea innovadora de la Teoría Keynesiana, es el principio de la demanda efectiva, el cual divide el consumo de los trabajadores y de los capitalistas. Mientras que los trabajadores gastaban todos sus ingresos, los beneficios de los capitalistas resultaban de la suma de su consumo y la inversión. En otras palabras, las ganancias eran iguales a los gastos de los capitalistas.  Se plantea una inversión de la causalidad: es el gasto el que determinaba el ingreso y no a la inversa. Al aumentar la inversión, aumentaba la ganancia de los capitalistas. Es decir, si aumentaba el consumo de los capitalistas, también aumentaban sus ganancias y si se reducían las inversiones, se reducían también los ingresos de los capitalistas. Por otro lado, Keynes le dio un rol importante al Banco Central en la fijación de la tasa de interés, ya que ésta no dependía del precio que equilibraba el ahorro y la inversión, debido a que se trataba de un fenómeno institucional y monetario. Por este motivo, para Keynes no existía una Tasa de Interés “Natural”, como afirmaban los Marginalistas. 

Según Keynes, el gasto tenía un efecto multiplicador, ya que se generaban otros gastos como consecuencia del gasto inicial, que aumentaban los volúmenes agregados de producción y de empleo. El efecto multiplicador del gasto, no implicaba la reducción del gasto en otros ámbitos, al contrario, un crecimiento de éste, aumentaba otras actividades. Keynes, afirmó que el empleo dependía de la cantidad de inversión o del paro, que era consecuencia de la falta de inversión y da un ejemplo de la importancia de la inversión: no solo obtienen empleo algunos obreros directamente de la construcción de nuevas fábricas, casas, ferrocarriles, etc, sino que los obreros así empleados gastan su dinero en productos de la fábrica ya construidas, pagan rentas por casas ya edificadas, viajan en ferrocarriles ya construidos. En resumen, el empleo en la actividad de inversión, ayuda a mantener la demanda de la producción ya existente de bienes de consumo. Para utilizar al máximo las fábricas que ya existen, tenemos que seguir construyendo nuevas fábricas. De este modo, no se gastará en nuestra sociedad, con su desigualdad característica en la distribución de la renta, dinero suficiente para mantener las antiguas fábricas (Dillard, 1981: 10). Es decir, que, si disminuye la inversión, se origina el paro. Para explicar las causas implícitas de los movimientos de la demanda agregada y, por consiguiente, del ingreso, Keynes acudió a los componentes autónomos de dicha demanda. Estos eran los componentes que estaban determinados, en gran parte, de forma independiente del ingreso corriente. Cuando variaban estos componentes del gasto, hacían que el ingreso también variara. Keynes creía que la inversión era el componente autónomo más variable de la demanda agregada. Creía que era la variabilidad del gasto en inversión la principal responsable de la inestabilidad del ingreso (Froyen, 1997:89). 

Las políticas keynesianas se aplicaron en gran cantidad de países del mundo, produciendo beneficios notables en sus economías. Este nuevo panorama, coincide con el período entre Guerras Mundiales, ya que a partir del Siglo XX se produce una reducción de la desigualdad. Tal como afirma Scheidel (2018): “La destrucción física causada por una guerra a escala industrial, unos impuestos confiscatorios, la intervención gubernamental en la economía, la inflación, la interrupción del tránsito global de productos y capital y otros factores se aunaron para acabar con la riqueza de las élites y redistribuir los recursos. También fueron un catalizador singularmente poderoso para equiparar los cambios políticos y dieron un fuerte empujón a las ampliaciones de franquicia, la sindicalización y el crecimiento del estado de bienestar” (Scheidel, 2018: 26). Sin embargo, el crecimiento de las economías latinoamericanas seguía siendo un desafío.

ESTRUCTURALISMO LATINOAMERICANO: EL DESAFIO DE PENSAR EL DESARROLLO ECONOMICO.

El Estructuralismo Económico divide al mundo entre países de la periferia y del centro. Estos últimos, necesitan de las exportaciones de nuestra región, que se encuentran dentro de la periferia. Cuando los países del centro crecen, demandan más productos de la periferia, y viceversa. Esto se debe a que, para producir una determinada cantidad de bienes en el país, es necesario importar otros, y para pagar esas importaciones, necesitamos los dólares que se ganaron exportando. La principal diferencia, radica en los tipos de productos y bienes que exporta cada país. Esto significa que la periferia exporta productos que tienen baja elasticidad- ingreso y el centro exporta productos de elevada elasticidad- ingreso. En nuestra región existe un gran problema que es el déficit comercial, el cual repercute en problemas en la balanza de pagos. De esta manera, las economías no tienen otra salida que apoyar la actividad industrial e implementar el modelo de industrialización por sustitución de importaciones.

El desarrollo de la tecnología, una mayor capacidad y complejidad productiva se encuentran en los países del centro. Es por eso, que exportan productos industriales o servicios sofisticados que los países de la periferia demandan cuando su ingreso aumenta. En cambio, la periferia exporta productos más simples y básicos, de modo que cuando aumenta el ingreso en estos países, lo hace proporcionalmente menor que en los países del centro. Es decir, que, si la periferia quisiera crecer al ritmo de los países del centro, necesitaría dólares y divisas. Debido a que las exportaciones no crecen a la misma velocidad, los países de la periferia debemos resignar puestos de trabajos, crecimiento económico y de nuestros ingresos. En este sentido, Prebisch introduce el concepto de “deterioro en los términos de intercambio”. La suma del deterioro en los términos de intercambio y la baja elasticidad de ingresos en nuestras importaciones nos colocó dentro de una restricción externa.

Existen varias diferencias, la primera a destacar es que los países de centro, comenzaron antes su proceso de desarrollo, es decir durante la primera y segunda revolución industrial, cosa que no sucedió en Argentina y en varios países de la región, debido a que habían adoptado un modelo agroexportador. En esa división internacional, no tenía lugar la industrialización de los nuevos países, sin embargo, los hechos la están imponiendo. Dos guerras en el curso de una generación, y una profunda crisis económica entre ellas, han demostrado sus posibilidades a los países de la América Latina, enseñándoles positivamente el camino de la actividad industrial (Prebisch, 1949:65).

En los países de la periferia, las nuevas técnicas solo se implantan para para la exportación de productos primarios. Es decir, que en estos países la estructura productiva es especializada, ya que parte se destina al sector exportador y el resto se importa, y a la vez es heterogénea porque coexisten sectores con productividad de niveles muy altos, como el sector exportador y otros niveles bajos como por ejemplo en la productividad del trabajo. En cambio, en los países de centro, la estructura productiva es diversificada y homogénea, esto quiere decir que producen y exportan productos industriales. La industrialización de América Latina no es incompatible con el desarrollo eficaz de la producción primaria. Por el contrario, una de las condiciones esenciales para que el desarrollo de la industria pueda ir cumpliendo el fin social de elevar el nivel de vida, es disponer de los mejores equipos de maquinaria e instrumentos, y aprovechar prontamente el progreso de la técnica, en su regular renovación (Prebisch, 1949: 67).

¿ES POSIBLE UN KEYNESIANISMO LATINOAMERICANO?

Prebisch coincidía con el Keynesianismo en el concepto de desarrollo económico, el cual se expresa en aumento del bienestar material, alza del ingreso real por habitante, condicionado por el incremento de la productividad del trabajo (adopción de métodos de producción indirectos, en los que se incrementa la división técnica del trabajo entre actividades, lo que conlleva aumento de la dotación de capital por hombre ocupado). Esto se traducía en el aumento del bienestar material, el alza de ingreso por habitante, la creación de empleo, división técnica del trabajo, entre otras cosas. Luego de lograr cierto grado de desarrollo de la economía, la industrialización constituye el camino obligado del desarrollo periférico.

John Maynard Keynes ejerció una profunda influencia en el pensamiento de Raúl Prebisch. Esta influencia fue notoria en el progresivo cuestionamiento que hizo Prebisch a algunas de las recomendaciones de política económica que emanaban de la teoría neoclásica o más ortodoxa de la época. Además, Prebisch compartía el diagnóstico de Keynes acerca de los fallos esenciales de las economías de mercado, a saber, la imposibilidad para procurar el pleno empleo y la arbitraria distribución del ingreso y la riqueza. También concordaba con las propuestas de política económica keynesianas, en particular en lo que respecta al activismo en política económica, ya sea en el plano monetario, fiscal o internacional (Pérez Caldentey y Vertengo, 2012 :159). Prebisch no buscaba otra cosa más que una explicación del ciclo económico y una teoría de la dinámica en Keynes, una explicación alternativa a la teoría económica convencional y más acorde a la realidad. De esa forma lo explicó dicho autor: Este desempeño mío en exponer el pensamiento Keynesiano responde a una preocupación muy justificada en quién ha tenido alguna responsabilidad en la política monetaria argentina de años pasados: la de encontrar en la teoría la explicación racional de los movimientos de la realidad (Prebisch, 1947: 13).

Prebisch fue director del Banco Central en el año 1935. Según él, en esta etapa Argentina efectuó los primeros intentos, aunque tímidos y temporales, para implementar políticas contracíclicas consistentes en sostener el precio de los productos agrícolas mediante compras estatales y la realización de obras públicas, registrando un mayor nivel de intervención estatal. No hay duda de que la influencia de la obra “Los Medios para la Prosperidad de Keynes”, que Prebisch había leído en ese año, fue fundamental en el diseño de estas medidas (Prebisch, 1991: 146). Desde ese momento, él supo que el camino al desarrollo consistía en aplicar un modelo de industrialización por sustitución de importaciones debido a los problemas de déficit comercial que repercutía en la balanza de pagos. Sin embargo, también reconoció las limitaciones de este, dado que nuestra región se encontraba dentro de la “periferia”.

Luego de la crisis de 1929, se dio una caída de los precios de productos primarios. Además, para el año 1933 la Deuda Pública en nuestro país, había crecido el doble de lo que era en 1928. Durante la Década fatal de 1935-1945, la divergencia fue tan espectacular que todos los logros obtenidos en materia de convergencia hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial habían desaparecido al final de la Segunda Gran Guerra Mundial. Hay que advertir también que la divergencia aumentó durante los últimos años de la década de 1930 hasta alcanzar una tasa casi tan grande como durante los años de la contienda (O’ Rourke y Williamson, 2006:47). Las políticas aplicadas por Prebisch tuvieron resultados favorables, a través del llamado Plan de Acción Económica Nacional. También creó la Junta Reguladora de Granos, que fijó un precio mínimo para el Productor y precios mínimos para colocar en la Producción del Exterior. Como resultado de esto, entre 1933 y 1937 la tasa de crecimiento del P.I.B. fue del 5% y el Producto Per Cápita del 3,4%. 

De todos modos, hay una diferencia entre la mirada de Prebisch y la Teoría Neoclásica, ya que procura captar el proceso de acumulación y avance técnico no en una “economía capitalista tipo”, sino analizar cuáles son las características del proceso cuando se propagan las técnicas capitalistas de producción en un sistema económico mundial compuesto por un centro y una periferia. En términos de su relevancia, la crítica de Prebisch fue aún más enfática: “El Keynesianismo se ha convertido en un dogma que sus discípulos ya no discuten, sino que lo toman como la verdad revelada y exigen sobre el conjunto de las llamadas verdades keynesianas nuevas construcciones teóricas que se alejan cada vez más de la realidad, como es a mi juicio, la misma construcción de Keynes” (Prebisch, 1991: 504). 

OTRAS CORRIENTES SURGIDAS A PARTIR DEL ESTRUCTURALISMO LATINOAMERICANO

Celso Furtado aplica la Teoría del Estructuralismo Latinoamericano en Brasil, que, durante siglos, tuvo sucesivos períodos de crecimiento y contracción, pasando por los ciclos de la caña de azúcar, la minería y el café; donde se produjeron y reprodujeron dualidades económicas y sociales, además de la baja diversidad productiva. Además, afirmó que el proceso de industrialización en nuestra América Latina está determinado por restricciones histórico- estructurales. Para él, las diferencias corresponden a condiciones de crecimiento inadecuadas en la periferia, que imponen restricciones al proceso de industrialización y al progreso técnico y que requieren estrategias de crecimiento coordinadas por el Estado, porque en esas condiciones las fuerzas de mercado por sí solas no bastan para hacer viable el crecimiento (Bielchowsky, 2006: 8). El enfoque Histórico-Estructuralista está basado en la idea de la relación centro periferia; a través del cual, se debe analizar la inserción internacional y los condicionantes estructurales internos, del crecimiento y del progreso técnico, y de las relaciones entre éstos, el empleo y la distribución del ingreso, entre otras cosas. También debemos ubicar estas variables dentro de cada etapa histórica. 

En segundo lugar, la sistematización se ve facilitada por el hecho de que las ideas son históricamente determinadas y puede ordenárselas en torno a «mensajes» transformadores. Desde la CEPAL, se dividen esas ideas y mensajes de la siguiente manera: orígenes y años cincuenta, donde hubo desarrollo de la industrialización; luego los años sesenta con sus reformas para desobstruir la industrialización, los años setenta, donde sucedió una reorientación de los «estilos» de desarrollo hacia la homogeneización social y hacia la diversificación pro exportadora; luego los años ochenta, donde hubo una superación del problema del endeudamiento externo mediante el ajuste con crecimiento; y finalmente los años noventa donde se dio una transformación generada por las políticas neoliberales.

Esa concepción Histórico- Estructuralista, sirve para analizar la estructura bajo la cual nuestra región se ha insertado a nivel mundial, desde el plano económico y luego de la división internacional del trabajo, como “periferia”, productora de bienes y servicios con una demanda internacional poco dinámica. A su vez, la periferia también se definió como importadora de bienes y servicios con una demanda interna en rápida expansión y asimiladora de patrones de consumo y tecnologías adecuadas para el centro, pero con frecuencia inadecuadas para la disponibilidad de recursos y el nivel de ingreso de la periferia. Por otro lado, la estructura social y económica de la periferia determina un particular modo de industrializar, como así también de crecimiento, absorción de fuerza de trabajo, distribución del ingreso y de incorporación del progreso técnico, muy distinto al de los países centrales. Esto se debe a que las economías periféricas poseen una estructura poco diversificada y tecnológicamente heterogénea, que contrasta con el cuadro observado en los países centrales. En éstos, el aparato productivo es diversificado, tiene una productividad homogénea durante toda su extensión y mecanismos de creación y difusión tecnológica y de transmisión social de sus frutos que son inexistentes en la periferia.

Tavares, fue más allá del estructuralismo y pensó que la industrialización de los países de nuestra región no fue capaz de alterar sustancialmente los patrones de distribución del ingreso, altamente concentrados, heredados de la economía primario exportadora, no creando un mercado socialmente integrado y orientándolo crecientemente hacia la satisfacción de la demanda diversificada de los grupos de ingresos más altos (Tavares y Serra, 1971:576). Esto se debió a que, la industrialización por sustitución de importaciones encontró límites y se ha producido a lo largo de la historia un “stop and go” que generó desequilibrios macroeconómicos en toda América Latina. 

Para explicar este proceso, se debían tener en cuenta dos cosas, primero, el alto peso que tiene el sector externo y el rol que cumplen las exportaciones e importaciones. Con un modelo de desarrollo hacia afuera, podemos ver que el único componente de crecimiento son las exportaciones. El problema de esto es que el crecimiento está condicionado a la demanda externa de productos primarios. Otro tema, es el rol que cumplen las importaciones en los países centrales. En estos, se destinan a suplir necesidades de alimentos y materias primas, mientras que en los periféricos es todo lo contario, es decir se basan en bienes de consumo terminados y prácticamente el total de los bienes de capitales necesarios para el proceso de inversión inducido por el crecimiento exógeno de la renta.

Por otro lado, Tavares introduce el concepto de “estrangulamiento externo”.  Este podía ser absoluto o relativo. Por estrangulamiento absoluto, se entienden las contracciones y complicaciones del comercio internacional, que repercuten en los países de la periferia a través de la capacidad estancada o en baja de importar. En el estrangulamiento relativo, se ve que la capacidad de importar crece, pero lentamente, a un ritmo inferior a la del producto. Sin embargo, este estrangulamiento se ha dado en etapas a lo largo de la historia. Una primera etapa abarca desde los años 30 hasta fines de la Segunda Guerra Mundial donde hay restricciones y estrangulamiento absoluto. Es por eso, que los países llevaron adelante un proceso de industrialización por sustitución de importaciones, logrando una baja de las importaciones, como, por ejemplo, en México, Brasil y Argentina, donde se avanzó en la sustitución de productos intermedios y bienes de capital. 

Yendo al período de 1945 a 1955, encontramos menos limitaciones a la capacidad de importar. Esto conlleva un dinamismo mayor en las economías. Se da una especie de crecimiento hacia afuera basado en el poder de compra de exportaciones. Algunos países grandes avanzaron con sustitución en todos los niveles. Se trata de un buen período en materia económica, de mayor crecimiento. Luego de ese período, vuelven a cambiar las condiciones externas, se vuelven restrictivas. Se trata de una vuelta al estrangulamiento externo relativo.

Además, la autora piensa que las estructuras industriales son distintas en ambos tipos de países. Eso se debe a que en los países que consideramos más desarrollados no existe una separación nítida entre la capacidad productiva destinada al mercado interno y externo, mientras que en gran parte de los países de nuestra región si se puede notar. Esto quiere decir que, en América Latina, existe una división muy clara del trabajo social, lo cual genera desigualdad estructural. El sector exportador está bien definido, generalmente de alta rentabilidad y especializado en pocos productos de los cuales una parte pequeña es consumida internamente, debido a que la mayoría de la población no tiene acceso a los mismos. 

A lo mencionado anteriormente, se le suma que en la periferia existe una alta concentración de la propiedad de recursos naturales y de capital en el sector exportador. Como consecuencia de esto se da una distribución de la renta extremadamente desigual. Se consolida así un esquema dual de división del trabajo y una acentuada desigualdad en la distribución, lo que está a la base de una tremenda disparidad entre la estructura de producción y composición de la demanda interna, cuyo ajuste se da por medio del comercio exterior. Es por eso que algunos autores marxistas, como Mariategui, pensaba que era imposible superar el subdesarrollo y la desigualdad social mientras se mantuviera un sistema económico capitalista. Para esto, era necesario introducir el socialismo a través de la vía revolucionaria y así, romper relaciones con los países del “Centro” que dominaban a los países de la “Periferia”. 

Además, encontramos autores que se basaron en el Estructuralismo, pero a la vez, introdujeron algunas variables. Tal es el caso de Fajnzylber (1999), quien afirma que un proceso de industrialización aporta al progreso técnico, y a la vez, genera capacitación, empleo; y, por lo tanto, una sociedad más pujante y con equidad, la cual garantiza el crecimiento económico. Para este autor, una de las características del proceso de industrialización de América Latina hasta ahora ha sido precisamente la asimetría entre un elevado componente de imitación (fase previa del aprendizaje) y un componente marginal de innovación económico-social (Fajnzylber,1992:22). La participación de los países en el mercado internacional, hoy en día se vincula a la capacidad que tengan estos de agregar valor a su dotación natural de recursos, a través del progreso técnico.

También considera que en América Latina existe una base generosa de recursos naturales. Estos suelen originarse por una elevada concentración de la propiedad, ya sea del sector público o privado. En ese proceso, se conforma un liderazgo que es quien se beneficia y usufructúa las rentas de esos recursos. Esto genera sociedades completamente desiguales y estamentarias. Por eso tan difícil lograr la equidad en esas sociedades. La articulación social a través de la equidad y la igualdad en el nivel del ingreso medio, definen un patrón de consumo más austero que el que se genera por la aguda concentración de ingreso. Adicionalmente, un patrón de consumo más austero libera recursos para la inversión, entonces podríamos decir que existe relación entre el abundante patrón de consumo y el nivel de la relación de capital- producto, que es más bajo en las sociedades en cuyo patrón de consumo es más austero. Con esto me refiero a una menor proporción de consumo duradero, menor uso de energía y menor uso de divisas.

En cuanto a las ventajas de este proceso, Fajnzylber sostiene que el crecimiento permite incorporar nuevas generaciones de equipos y productos, contribuye por esa vía a elevar la productividad y, por consiguiente, a reforzar la competitividad internacional. Además, es necesario ampliar inicialmente el mercado interno masificando el consumo de bienes simples que se van sofisticando cuando aumenta la productividad. Esto constituye la base fundamental del aprendizaje industrial tecnológico, para luego insertarse en el mercado internacional. Este círculo virtuoso entre crecimiento y competitividad, en el cual con frecuencia suelen omitirse los requisitos de equidad, austeridad y aprendizaje tecnológico, constituye uno de los ejes centrales de las experiencias exitosas de industrialización.

Por último, Gudynas, quien es crítico del estructuralismo, sostiene que todas las administraciones impulsan la agenda del desarrollo basado en la cantidad de exportaciones e importaciones, teniendo un papel destacado los recursos naturales. Esta situación se debe en buena medida a la expansión del llamado extractivismo. En el extractivismo clásico, las empresas transnacionales tienen un rol fundamental y no existen controles de su accionar por parte del Estado. En el neoextractivismo, si bien, las multinacionales no se retiran del todo e incluso, hay un gran fomento de la actividad de extracción de los recursos naturales, hay una presencia mucho mayor del Estado y la distribución de esa ganancia se da en los sectores más pobres de la sociedad. Sin embargo, Se mantiene así una inserción internacional subordinada a la globalización, en la que los países siguen siendo tomadores de precios, no coordinan entre sí la comercialización de sus productos y defienden la liberalización del comercio global. (Gudynas,2012:133).

CONCLUSIONES            

Podríamos resumir los postulados de Keynes de la siguiente manera: En primer lugar, no creía en la noción de pleno empleo, utilizada por los marginalistas, ya que la actividad económica en un sistema económico capitalista era fluctuante. Agregado a esto, los precios no eran lo suficientemente flexibles, debido a que, si caía el ingreso, también lo hacía el consumo, produciendo tasas de desempleo y de caída de la producción. Como contrapartida a esa situación, plantea el efecto multiplicador del gasto, trayendo como beneficio el aumento de los niveles de producción y empleo. Luego de la crisis de 1929, se implementaron políticas keynesianas en varios países del mundo. Las mismas consistían en creación de empleo, división técnica del trabajo, aumento del consumo y mejora del bienestar material de las personas. Estas se aplicaron durante el período de entre guerras produciendo un gran crecimiento, principalmente en las economías europeas que fueron beneficiadas por el Plan Marshall. Sin embargo, en los países latinoamericanos, el crecimiento fue mucho más lento. Es por eso, que para explicar la realidad de nuestra región surge el estructuralismo latinoamericano o escuela de la CEPAL. Su principal exponente fue Raúl Prebisch.

Prebisch dividía a los países de la “Periferia” y del “Centro. Estos últimos, necesitan de las exportaciones de nuestra región. Cuando los países del centro crecen, demandan más productos de la periferia, y viceversa. La principal diferencia entre ambos radicaba en el tipo de bienes que exportaba, ya que los países de la periferia exportaban productos que tenían baja elasticidad- ingreso, mientras que los del centro exportaban productos con elevada elasticidad- ingreso. Compartimos la visión de este autor, en cuanto que, Latinoamérica tiene un problema de déficit comercial en la balanza de pagos, por lo tanto, el único camino para abandonar las condiciones de subdesarrollo es a través de la industrialización por sustitución de importaciones. Por lo tanto, debido a que la periferia no crecía al ritmo de los países del centro, debemos resignar puestos de trabajo, ingresos y crecimiento económico. Prebisch denomina a este fenómeno “deterioro en los términos de intercambio”, a esto se le sumaba la baja elasticidad- ingresos, lo que terminó por colocar a nuestros países en una restricción externa. 

Prebisch coincidía en varios puntos con Keynes, principalmente en cuanto al diagnóstico de las economías de mercado, la imposibilidad del pleno empleo y la arbitraria distribución de la riqueza, sin embargo, era consciente que esas ideas habían triunfado en los países de centro, debido a que las condiciones de desarrollo eran distintas a los países de la periferia. Es por eso que llega a afirmar que la teoría de Keynes su teoría como un dogma que sus discípulos no se atrevían a discutir, y que estaba muy alejado de la realidad. A pesar de esto, la gestión de Prebisch en Argentina como director del Banco Central tuvo mucha influencia del pensamiento de Keynes, ya que se encargó de llevar adelante medidas contracíclias que generaron un crecimiento del P.B.I.

Si bien compartimos el diagnóstico de Prebisch sobre la situación de nuestra región, también tomamos algunas ideas de Maria de Conceicao Tavares, en cuanto a que la industrialización por sustitución de importaciones tenía sus límites porque no fue capaz de alterar sustancialmente los patrones de distribución del ingreso heredados de las economías primarias exportadoras. Por otro lado, su concepto de “estrangulamiento externo”, nos parece más abarcativo que el “deterioro en los términos de intercambio” de Prebisch, ya que el primero hace más hincapié en la dependencia de nuestros países con los del centro y en las repercusiones de las complicaciones económicas de estos países en Latinoamérica. También tomamos pensamientos de otro autor que se basa en el estructuralismo, Fajnzylber, quien sostiene que para elevar la productividad es necesario incorporar nuevos equipos y productos, y de esa forma, reforzar la competitividad internacional y a la vez, ampliar el mercado través de la masificación del consumo de bienes simples que se sofistican cuando aumenta la productividad. También resultan interesantes otros autores críticos del estructuralismo como Gudynas, quien sostiene que todas las administraciones impulsan la agenda del desarrollo basado en la cantidad de exportaciones e importaciones, y dentro de ellas, los recursos naturales tienen un papel más destacado, no habiendo controles estatales de ningún tipo, de lo que resulta una gran exclusión social y a la vez, contaminación ambiental. Mariategui, en cambio, plantea un cambio de sistema político- económico revolucionario. 

Entonces, podríamos concluir que Keynesianismo y el Estructuralismo Latinoamericano son similares. Sin embargo, fue necesario readaptar las ideas de Keynes para aplicarlas en América Latina, agregándole nuestra realidad desde la “Periferia”. El keynesianismo triunfó en países del centro, debido a que estos habían alcanzado el desarrollo desde la época de la Revolución Industrial. Por eso, es menester incorporar y actualizar las ideas de Keynes y la CEPAL o Estructuralismo Latinoamericano para generar en conjunto, desde América Latina, círculos virtuosos de crecimiento, con procesos de redistribución de la riqueza; a través de un Estado presente como articulador social y económico, no dejando todo librado al arbitrio del mercado. Para eso son necesarias políticas públicas que tiendan al consumo y a la generación de empleo. A su vez, debemos generar la cantidad de Dólares suficientes para importar las tecnologías necesarias y así, Industrializar el País, para dejar de exportar solamente materias primas y abandonar el subdesarrollo. Por último, también es importante entender que las relaciones comerciales con los países más desarrollados no deben consistir en relegar soberanía, ni tampoco en entregar los recursos naturales estratégicos por migajas. 

MAPA DEL ARTISTA URUGUAYO JOAQUÍN TORRES GARCIA: «EL SUR ES NUESTRO NORTE» -AÑO 1943-

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