
ESCRIBE FABIÁN ARIEL GEMELOTTI
Estamos acá en este mundo podrido que nos tocó en suerte en el sorteo de haber nacido. No esperamos nada pero esperamos todo. El sexo como placer y como amor; no hay amor sin placer, pero hay placer sin amor. El telo tiene que ver con el no amor y también con el amor. Esas tardes con alguien que uno amó y no puede olvidar. Esas caricias por un cuerpo imperfecto que para uno fue perfecto. «Te amo y te amaré por siempre», dicen los amantes. Los amantes sienten que ese momento de placer va a ser eterno en ese amor que se están jurando.
Todos hemos sufrido por amor, una y mil veces. Otros una vez sola. Otros dos veces en la vida. No siempre se pueden encontrar dos cuerpos que se amen intensamente porque el amor es así; el amor es un juego que alguna vez debe terminar. No hay ganadores ni perdedores. El tiempo ayuda a olvidar. Uno se olvida. Viene otro amor que también se terminará. Y el juego se hace eterno. Eso es el amor. El amor es un juego de fluidos, de cuerpos, de mentes, de deseos que se hacen carne.
Una tarde cualquiera en el Belgranito, el telo por calle Eva Perón. Un telo de «pobres». Pintado de rosa como una casa entre vieja y nueva; ahí van los obreros y sus novias y amantes. Ahí la pieza está decorada como una casa de los setenta. Fui una vez sola, con un gran amor. Un amor que pensaba que era irreemplazable. Después al terminar el juego sentí vacío, que me moría. Y con los años vino otro amor. Era reemplazable ese amor de esa tarde en el Belgranito
A mí personalmente me gusta el Metro, el mejor telo de Rosario. No hay otro igual. Tiene ese aire de telo de cogidas ricas. Uno entra a la habitación y siente los gritos de la habitación cercana. Todos gritan ahí. Uno no sabe si gritan de pasión o esos gritos son de falsedades. Porque en el amor también hay mentiras: «sos la mujer de mi vida», uno dice y ellas dicen: «nunca amé a otro hombre así». Muchas veces esas mentiras son necesarias o uno siente en ese momento que son verdades eternas.
Siempre me pregunto quién fue mi gran amor, si Alejandra, si Natalia, si Aylén, si Nicool o si Catherine. No tengo una respuesta certera. Cada una ocupó una época de mi vida.
Esta saga sobre telos no terminó todavía. No es de lo mejor que he escrito. Pero es valiosa para mí.

