POR FABIÁN ARIEL GEMELOTTI
La mujer con los años se pone cargosa, vieja y chismosa. El hombre se pone pelado, panzón y grasiento. La mujer después de los cuarenta quiere una pija joven, no una pija caída en un hombre panzón y pelado. Y el hombre busca una pendeja, busca tetas sólidas y vaginas bien mojadas.
El filme noruego Oscuro deseo explora esto. Un tipo de cuarenta y cinco años se acuesta con su alumna de 17 años. La alumna se transforma en su amante. Y su mujer de 44 años se acuesta con un estudiante de 22 años de la universidad donde da clases. Cada uno busca la juventud perdida. Oscuro deseo es un filme de los ochenta que no llegó a la Argentina porque Argentina es un país cerrado y puritano sexualmente. El argentino está entre el mayor consumidor de pornografía digital y de prostitución. Una sociedad cerrada consume prostitución y pornografía. Lo porno se transforma en el goce del no sexo carnal. Y la prostitución en el escape de la falta de seducción.
El Conde de Montecristo tiene un final que me gusta mucho. La venganza del Conde era porque lo meten preso y el tipo que lo entrega se queda con su novia. Pasan los años desde sus 17 años hasta los 34 que regresa como el Conde. Ya no es Dantes ahora es el Conde de Montecristo. El Conde de ser un adolescente pobre y sin futuro ahora es un millonario y el dinero le permite llevar a cabo la venganza.
El Conde de Montecristo tiene un final único. ¿Para qué sirve la venganza? ¿,Se queda con su amor de adolescente o se va con la joven griega de 18 años? Dumas supo darle ese toque genial al folletin del Conde.
La vida no es literatura pero la literatura sí es vida. El Conde de Montecristo es la obra del amor que podenos leer tranquilamente en este Siglo XXI de cabezas y panzones.
El telo es el telo. Si tu novia te pide telo llévala. Si vos no la llevás la lleva otro.
Desde Rosario, por Argentina y para el Mundo... 