LA APUESTA DEL GIGANTE ASIÁTICO EN UN MUNDO MULTIPOLAR: DESAFÍOS Y CONSECUENCIAS EN AMERICA LATINA (PARTE II)

MAO ZEDONG Y RICHARD NIXON -AÑO 1972-

POR MARÍA ÁNGELA MOSCATO

CONSECUENCIAS DE LA GUERRA COMERCIAL ENTRE CHINA Y ESTADOS UNIDOS

Una gran preocupación de Estados Unidos es su déficit comercial, como así también, la alta presencia de los productos chinos en su economía. Trump pretende solucionar este problema a través de la aplicación de aranceles. Es decir, busca aplicar una política proteccionista de la economía norteamericana, inaugurando un nuevo proceso de globalización, donde primaba la liberalización y la financiarización de activos económicos. Si bien Estados Unidos enfrenta déficit comercial con 102 países, imponer aranceles podría significar la destrucción del edificio multilateral y compromisos internacionales contraídos a partir del GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio) y luego con la O.M.C. (Organización Mundial del Comercio). Por otro lado, por las características propias del modelo chino, condujeron a que haya una sobreoferta en sectores manufactureros claves, tales como acero, aluminio, cemento y vidrios. 

Como afirma la presentación del representante norteamericano en la O.M.C., en julio de 2018, con el título “El modelo económico chino de disrupción del comercio”, “China es hoy el líder mundial en exceso de capacidad. Por ejemplo, desde que China ingresó a la O.M.C. en 2001, su incremento en la capacidad de producción de acero ha llevado a que su producción haya aumentado desde 152 millones de T.M. (toneladas métricas) en 2011 a 808 millones de T.M. en 2016, por lejos la mayor producción del mundo y, por ello, hoy China representa el 50% de la producción global de acero. Las exportaciones chinas de acero también han crecido hasta ser las primeras en el mundo, saltando desde 66 millones de T.M. hace una década a 108 millones de T.M. en 2016” (Organización Mundial del Comercio, 2018: 7).

En cuanto a la problemática de la propiedad intelectual, el argumento estadounidense es que sus empresas en China están obligadas a establecer joint ventures con empresas locales, con lo cual se ven presionadas a compartir sus innovaciones y su know- how tecnológico. “De este modo, las empresas chinas se apropiarían de forma indebida de los méritos tecnológicos de sus pares norteamericanos, sin hacerse cargo de los respectivos derechos de propiedad intelectual” (Rosales, 2020:137 y 138). En particular, la mayor inquietud del gobierno actual de Trump es el de dificultar el avance chino en materia de ciencia y tecnología. China busca consolidar su liderazgo en varias áreas como tecnologías de información, robótica, aeroespacio, vehículos eléctricos, biotecnologías e inteligencia artificial. Es por eso, que Trump decidió imponer barreras a la inversión china en empresas norteamericanas de tecnología y además, también, bloquear las exportaciones norteamericanas de alta tecnología con destino a China. Para lo primero, el Departamento del Tesoro aplicaría una normativa que prohíbe la compra de empresas tecnológicas e impone un techo de 25% a la propiedad de inversionistas chinos en empresas norteamericanas de “tecnologías industrialmente significativas”, y ese techo puede variar, en función de consideraciones especiales. 

Ante el alza de aranceles de Estados Unidos sobre productos chinos, China impuso sobre las exportaciones de ese país aranceles proporcionales a los impuestos por la potencia occidental. En paralelo, China rebajó los aranceles a la soja proveniente de países vecinos como Corea del Sur, India, Bangladesh, Laos y Sri Lanka. Levantó las prohibiciones sobre importaciones de carne de cerdo de Francia y Reino Unido, restricción que se arrastraba desde los años noventa, debido al mal de la “vaca loca”. También rebajó aranceles en productos químicos, agropecuarios, ropa, metales no ferrosos, gas licuado, y redujo la lista negativa para el ingreso a la inversión extranjera directa. Estados Unidos tiene un enorme déficit comercial con China, que aumentó durante 2024. Este desbalance es una importante fuente de conflicto político y económico entre ambos gobiernos. En abril, Trump anunció aranceles adicionales a muchos productos de origen chino del 145%. Rápidamente, Beijing respondió con aranceles de 125% a productos estadounidenses. El 12 de mayo de este año, los países llegaron a un acuerdo de 90 días para reducir algunos de los aranceles de tres dígitos que se habían impuesto mutuamente desde la investidura de Trump en enero. Tras las conversaciones del mes pasado, ambas partes acordaron una tregua. El 12 de mayo de este año acordaron que Estados Unidos reducirá los aranceles adicionales que impuso a las importaciones chinas del 145% al ​​30% durante 90 días, mientras que los aranceles chinos a las importaciones estadounidenses caerán del 125% al ​​10% (BBC, 2025).

AMERICA LATINA Y SUS VENAS ABIERTAS: HISTORIA DE UNA RELACION DE SOMETIMIENTO

La relación entre nuestra región y Estados Unidos ha sido tensa a lo largo de toda la historia. Si bien los gobiernos neoliberales de América Latina se encargaron de instalar que las relaciones con la potencia del norte eran “positivas”, lo cierto es que estas consistieron en un constante sometimiento. Luego de la segunda guerra mundial, Estados Unidos llevaba adelante medidas proteccionistas a nivel económico y buscó condicionar a Europa y América Latina a través del plan Marshall para evitar el avance de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. A pesar de eso, el escenario político de nuestra región se polarizó. Es por eso, que Estados Unidos, ya desde esa época buscó terminar con los gobiernos nacionales y populares. Tal es el caso de la unión democrática, donde toda la oposición se alineo detrás de los postulados de Spruille Braden para derrocar a Perón. Desde ese entonces, Estados Unidos (y en algunos casos también Inglaterra), tuvo participación activa en los derrocamientos de presidentes constitucionales. Al instaurar dictaduras en el cono sur durante la década del 70, a través del Plan Cóndor, se aseguraba su poder en la región, a través del plan de aniquilamiento del “enemigo comunista” y mediante la toma de empréstito ante el FMI para condicionar a las siguientes generaciones a que estancaran su crecimiento. Dicha acción, llevó a una crisis durante los procesos de recuperación de la democracia.

Esa relación desigual también se vería plasmada en el Consenso de Washington, con ajuste fiscal, privatización de empresas y retiro del Estado en materia social. Ya no se hablaba de “desarrollo”, sino de “crecimiento”. Sin embargo, ese crecimiento no era tal, ya que a principios del 2000 se dieron grandes crisis económicas del sistema neoliberal, que, además, cuestionaron la legitimidad de la democracia y la política. En el caso de Argentina, se escuchaba la siguiente frase: “que se vayan todos, que no quede ni uno sólo”. Sumado a esto, en las últimas administraciones de Estados Unidos (Obama y Trump), América Latina ha sido ignorada y a la vez, humillada. Esto se debe a que Estados Unidos simplemente se limita a ejercer sobre nuestra región una política de sometimiento y bloqueo, principalmente para aquellos gobiernos que buscan impulsar el desarrollo regional y comerciar con otros países. Dicha extorsión es realizada a través de los bloqueos comerciales y sanciones económicas, resultado de la decisión de organismos internacionales que actúan en su favor. Sin embargo, Estados Unidos se encuentra acorralado dentro del Consejo de Seguridad, ya que China y Rusia son miembros permanentes del mismo, y tienen derecho a veto. Por todos estos motivos, América Latina mira hacia oriente con optimismo, ya que las inversiones no fueron simples promesas, y además, otorgan mayores facilidades incluso crediticias (swap chino). En el caso de nuestro país, las inversiones chinas se enfocan principalmente en la minería, con especial énfasis en la explotación del litio, en represas hidroeléctricas e infraestructura. Además, el país asiático se ha interesado por la exploración y explotación de recursos naturales, oro y plata. Entre los proyectos más destacados podemos citar las represas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic y la construcción de una planta de fertilizantes en Tierra del Fuego. 

En este contexto, “un grupo cada vez más significativo de países en desarrollo está formado por economías de rápido crecimiento, que aprovechan la ventaja de sus menores costos laborales y exportan hacia los países ricos; los países en desarrollo continúan industrializándose porque todavía transfieren mano de obra desde la agricultura y el subempleo a la industria manufacturera. Sin embargo, no todos los países con ingresos medios han tenido éxito en esta transferencia y en la convergencia, porque no todos son lo suficientemente fuertes para hacer frente a la ideología hegemónica del norte” (Bresser Pereira, 2010:58). Mientras algunos países del sudeste asiático lo han logrado, muchos países de América Latina no han podido y crecen a tasas muy bajas sin poder llegar al crecimiento por falta de cohesión social. Según Ferrer (2004), esto se debe a que en los países de la periferia se han impuesto criterios de racionalidad funcionales a los intereses dominantes e incompatibles con el desarrollo de las economías rezagadas, como, por ejemplo, la toma de deuda externa; lo que reafirma nuestra dependencia de los países del “centro”. Ese beneplácito se ve principalmente en las élites de los países latinoamericanos quienes instalan la idea de que esas propuestas son las idóneas debido a su “neutralidad”. Ese pensamiento extranjerizante no es más que el resultado de programas educativos, ofrecidos por los países centrales a los países de la periferia con el objetivo de colonizar su subjetividad. En estas economías con bajo crecimiento, la falta de cohesión social y el desinterés de las elites gobernantes dificultan el empleo estratégico de sus estados para crecer. El crecimiento dependerá de la cohesión nacional de cada país y de la autonomía de sus elites gobernantes con relación a los países ricos.

UNA RESPUESTA LATINOAMERICANA A LOS PROBLEMAS ESTRUCTURALES: UNA ALTERNATIVA DESDE EL DESARROLLO

El Estructuralismo Económico divide al Mundo entre Países de la Periferia y del Centro. Estos últimos, necesitan de las exportaciones de nuestra región, que se encuentran dentro de la periferia. Cuando los Países del centro crecen, demandan más productos de la periferia, y viceversa. Esto se debe a que, para producir una determinada cantidad de bienes en el país, es necesario importar otros, y para pagar esas importaciones, necesitamos los dólares que se ganaron exportando. La principal diferencia, radica en los tipos de productos y bienes que exporta cada país. Esto significa que la periferia exporta productos que tienen baja elasticidad- ingreso y el centro exporta productos de elevada elasticidad- ingreso. En nuestra región existe un gran problema que es el déficit comercial, el cual repercute en problemas en la balanza de pagos. De esta manera, las economías no tienen otra salida que apoyar la actividad industrial e implementar el modelo de industrialización por sustitución de importaciones.

El desarrollo de la tecnología, una mayor capacidad y complejidad productiva se encuentran en los países del centro. Es por eso, que estos exportan productos industriales o servicios sofisticados que los países de la periferia demandan cuando su ingreso aumenta. En cambio, la periferia exporta productos más simples y básicos, de modo que cuando aumenta el ingreso en estos países, lo hace proporcionalmente menor que en los países del centro. Es decir, que, si la periferia quisiera crecer al ritmo de los países del centro, necesitaría dólares y divisas. Debido a que las exportaciones no crecen a la misma velocidad, los países de la periferia debemos resignar puestos de trabajos, crecimiento económico y de nuestros ingresos. En este sentido, Prebisch (1949) introduce el concepto de “deterioro en los términos de intercambio”. La suma del deterioro en los términos de intercambio y la baja elasticidad de ingresos en nuestras importaciones nos colocó dentro de una restricción externa.

Existen varias diferencias entre el centro y la periferia, la primera a destacar es que los países de centro, comenzaron antes su proceso de desarrollo, es decir durante la primera y segunda revolución industrial, cosa que no sucedió en Argentina y en varios países de la región, debido a que habían adoptado un modelo agroexportador. “En esa división internacional, no tenía lugar la industrialización de los nuevos países, sin embargo, los hechos la están imponiendo. Dos guerras en el curso de una generación, y una profunda crisis económica entre ellas, han demostrado sus posibilidades a los países de la América Latina, enseñándoles positivamente el camino de la actividad industrial” (Prebisch, 1949:65).

Otro autor fundamental es Celso Furtado, quien aplica la teoría del estructuralismo latinoamericano en Brasil, que, durante siglos, tuvo sucesivos períodos de crecimiento y contracción, pasando por los ciclos de la caña de azúcar, la minería y el café; donde se produjeron y reprodujeron dualidades económicas y sociales, además de la baja diversidad productiva. Además, afirmó que el proceso de industrialización en nuestra América Latina está determinado por restricciones histórico- estructurales. Para él, “las diferencias correspondían a condiciones de crecimiento inadecuadas en la periferia, que imponen restricciones al proceso de industrialización y al progreso técnico y que requieren estrategias de crecimiento coordinadas por el Estado, porque en esas condiciones las fuerzas de mercado por sí solas no bastan para hacer viable el crecimiento” (Bielchowsky, 2006: 8). El enfoque histórico-estructuralista está basado en la idea de la relación centro periferia; a través del cual, se debe analizar la inserción internacional y los condicionantes estructurales internos, del crecimiento y del progreso técnico, y de las relaciones entre éstos, el empleo y la distribución del ingreso, entre otras cosas. También debemos ubicar estas variables dentro de cada etapa histórica. En segundo lugar, la sistematización se ve facilitada por el hecho de que las ideas son históricamente determinadas y puede ordenárselas en torno a «mensajes» transformadores. Esa concepción histórico- estructuralista, sirve para analizar la estructura bajo la cual nuestra región se ha insertado a nivel mundial, desde el plano económico y luego de la división internacional del trabajo, como “periferia”, productora de bienes y servicios con una demanda internacional poco dinámica. A su vez, la periferia también se definió como importadora de bienes y servicios con una demanda interna en rápida expansión y asimiladora de patrones de consumo y tecnologías adecuadas para el centro, pero con frecuencia inadecuadas para la disponibilidad de recursos y el nivel de ingreso de la periferia. 

Tavares, fue más allá del estructuralismo y pensó que “la industrialización de los países de nuestra región no fue capaz de alterar sustancialmente los patrones de distribución del ingreso, altamente concentrados, heredados de la economía primario exportadora, no creando un mercado socialmente integrado y orientándolo crecientemente hacia la satisfacción de la demanda diversificada de los grupos de ingresos más altos” (Tavares y Serra, 1971:576). Esto se debió a que, la industrialización por sustitución de importaciones encontró límites y se ha producido a lo largo de la historia un “stop and go” que generó desequilibrios macroeconómicos en toda América Latina.

Por otro lado, Tavares introduce el concepto de “estrangulamiento externo”. Este podía ser absoluto o relativo. Por estrangulamiento absoluto, se entienden las contracciones y complicaciones del comercio internacional, que repercuten en los países de la periferia a través de la capacidad estancada o en baja de importar. En el estrangulamiento relativo, se ve que la capacidad de importar crece, pero lentamente, a un ritmo inferior a la del producto. Sin embargo, este estrangulamiento se ha dado en etapas a lo largo de la historia. Una primera etapa abarca desde los años 30 hasta fines de la Segunda Guerra Mundial donde hay restricciones y estrangulamiento absoluto. Es por eso, que los países llevaron adelante un proceso de industrialización por sustitución de importaciones, logrando una baja de las importaciones, como, por ejemplo, en México, Brasil y Argentina, donde se avanzó en la sustitución de productos intermedios y bienes de capital. A lo mencionado anteriormente, se le suma que en la periferia existe una alta concentración de la propiedad de recursos naturales y de capital en el sector exportador. Como consecuencia de esto se da una distribución de la renta extremadamente desigual. Se consolida así un esquema dual de división del trabajo y una acentuada desigualdad en la distribución, lo que está a la base de una tremenda disparidad entre la estructura de producción y composición de la demanda interna, cuyo ajuste se da por medio del comercio exterior. 

Además, encontramos autores que se basaron en el estructuralismo, pero a la vez, introdujeron algunas variables. Tal es el caso de Fajnzylber (1999), quien afirma que un proceso de industrialización aporta al progreso técnico, y a la vez, genera capacitación, empleo; y, por lo tanto, una sociedad más pujante y con equidad, la cual garantiza el crecimiento económico. Para este autor, “una de las características del proceso de industrialización de América Latina hasta ahora ha sido precisamente la asimetría entre un elevado componente de imitación (fase previa del aprendizaje) y un componente marginal de innovación económico-social” (Fajnzylber,1992:22). La participación de los países en el mercado internacional, hoy en día se vincula a la capacidad que tengan estos de agregar valor a su dotación natural de recursos, a través del progreso técnico. También considera que en América Latina existe una base generosa de recursos naturales. Estos suelen originarse por una elevada concentración de la propiedad, ya sea del sector público o privado. En ese proceso, se conforma un liderazgo que es quien se beneficia y usufructúa las rentas de esos recursos. Esto genera sociedades completamente desiguales y estamentarias. Por eso tan difícil lograr la equidad en esas sociedades. 

En cuanto a las ventajas de este proceso, Fajnzylber (1999) sostiene que el crecimiento permite incorporar nuevas generaciones de equipos y productos, contribuye por esa vía a elevar la productividad y, por consiguiente, a reforzar la competitividad internacional. Además, es necesario ampliar inicialmente el mercado interno masificando el consumo de bienes simples que se van sofisticando cuando aumenta la productividad. Esto constituye la base fundamental del aprendizaje industrial tecnológico, para luego insertarse en el mercado internacional. Este círculo virtuoso entre crecimiento y competitividad, en el cual con frecuencia suelen omitirse los requisitos de equidad, austeridad y aprendizaje tecnológico, constituye uno de los ejes centrales de las experiencias exitosas de industrialización. Una de las cuestiones fundamentales para que se dé el desarrollo industrial, es la disponibilidad del empresariado nacional. Este determinará que el sistema industrial sea realmente competitivo. Otra cuestión es, agregar valor intelectual a los recursos naturales o a la mano de obra no calificada disponible. “El crecimiento rápido, como Corea del Sur y Taiwán, realmente invirtieron más que los de crecimiento lento, en general, en las capacidades sociales. A fin de dotar a los gerentes y trabajadores de las grandes empresas de la capacidad indispensable para incorporar y mejorar la tecnología, estos países hicieron cuantiosas inversiones en la enseñanza técnica” (Amsden y Hikino, 1995:15).

Nuestra región sufre del “síndrome de casillero vacío”. Esto requiere ciertos requisitos para superar los equilibrios macroeconómicos. Se necesita una transformación productiva para elevar la productividad de la mano de obrar, sustentar la competitividad internacional apoyada en la incorporación de progreso técnico, fortalecer la base empresarial, elevar el nivel de calificación de la mano de obra, sector empresarial y laboral basados en acuerdos que den permanencia a las políticas económicas. Las relaciones entre gobierno y sector empresarial pueden denominarse como de complicidad táctica acompañada de desconfianza recíproca y poca transparencia, por la asimetría y la confrontación. “Se trata de alcanzar una colaboración y coordinación estratégicas entre sector privado y público con el objetivo de descubrir los cuellos de botella más significativos. Burócratas y empresarios necesitan participar conjuntamente del proceso de descubrimiento de oportunidades e instrumentos adecuados. El marco institucional preciso para alcanzar este objetivo depende de las particularidades de cada país” (Rodrick, 2005:20).

CONCLUSIONES

Cuando pensamos en el advenimiento de la globalización, inevitablemente lo relacionamos con la expansión a nivel mundial de las multinacionales. Luego de romperse el patrón monetario de Bretton Woods, se desligó el dólar del patrón oro, produciéndose una flexibilización del mismo. Además, en las décadas del 80 y 90 surgen nuevas formas financieras que permitieron generar mayor caudal de ganancias y en menos tiempo. Este proceso condujo a que las grandes empresas transnacionales buscaran aumentar sus rentas de forma rápida y significativa. Durante los Estados de bienestar el capital estuvo destinado a mejorar las condiciones de vida y consumo de los trabajadores, mientras que la aparición del neoliberalismo introdujo la especulación financiera a través de la movilización de capitales a distintas partes del mundo, según su conveniencia. Es decir, que se da a la par un proceso de deslocalización de la producción hacia países emergentes que otorgaran ventajas para la inversión, como así también, una legislación laboral flexible y pocas exigencias en materia ambiental. La globalización neoliberal vino a cuestionar el rol del Estado como articulador social y garante de derechos fundamentales, tales como la vida, seguridad social, salud y derechos laborales. Es decir, que las multinacionales se van a poner en pie de igualdad de condiciones con los Estados. 

Luego de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se ha instalado como la única potencia dominante, buscando disputarle el poder mundial a Rusia, creando un mundo unipolar. Es decir, que la potencia occidental logró consolidarse a través del desarrollo científico, tecnológico y militar, pero también, desde el plano ideológico. Esto se dio a través de la instalación de conceptos como el “fin de la historia” o “fin de las ideologías”, “good governance”, “achicar el Estado para agrandar la Nación”, entre otros. Es decir, que se forjó un proceso de alteración de la subjetividad de las personas, principalmente en las élites de América Latina que justificaron la instalación de planes económicos diseñados en el norte porque eran “neutrales”, pero a la vez, eficaces y eficientes para rediseñar el pesado aparto estatal. Por otro lado, esa presión se sostuvo a través de los organismos multilaterales como la ONU, FMI y el Banco Mundial. Dichos organismos fueron diseñados por los países vencedores de ambas Guerras Mundiales (Estados Unidos, Inglaterra, Francia, entre otros), que impusieron las nuevas condiciones del derecho internacional. Esos países son miembros permanentes del Consejo de Seguridad y tienen derecho de veto. Esto le permitió a Estados Unidos erigirse como “gendarme del mundo” y así, intervenir en distintos países donde ocurrieran actos de “agresión” u “hostilidad” que afectaran sus intereses políticos, económicos y geo estratégicos. Sin embargo, ese poderío hoy en día se ve afectado, ya que China y Rusia también son miembros permanentes del Consejo de Seguridad, y, por lo tanto, obstaculizan todas las resoluciones que son de interés para Estados Unidos. 

China y Estados Unidos, han tenido una relación fluctuante. Estados Unidos intentó acercarse a China desde el alejamiento de Mao de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y luego, buscó mantener relaciones que hicieran prevalecer el interés a la cuestión ideológica. Durante la década del 70, en China se instalaron zonas económicas con condiciones favorables para capitales extranjeros, con la posibilidad de remitir las utilidades al exterior. Por otro lado, también ofrecía mano de obra barata organizada y educada para emprendimientos occidentales, y así, poder exportar estos productos. El progreso chino culminó en un proceso exitoso de industrialización y una mejora de la producción agrícola. Sin embargo, ese proceso de inversión extranjera se va a dar de la mano de una fuerte presencia estatal, ya que éste mantiene la propiedad de la tierra, los bancos y las grandes empresas. A su vez, el Estado chino impone ciertas exigencias a las empresas extranjeras, tales como la presencia estatal en la dirección de empresas y la presencia de dirigentes del partido comunista chino. Pero lo fundamental, es que, en este proceso, China va a absorber el know- how de las empresas occidentales, adquiriendo experiencia a través de procesos de transferencia tecnológica. El accionar de China hizo prevalecer el crecimiento por sobre los principios fundacionales del partido comunista chino. Sin embargo, la particularidad de este modelo que supo conciliar el Estado con el capital, trajo muchos beneficios, entre ellos, una mejora ostensible de los sueldos y calidad de vida de los trabajadores chinos. 

El proceso de crecimiento chino ha puesto en alerta a los Estados Unidos, y por lo tanto, busca condicionar y limitar el crecimiento de chino, por temor a que le dispute el monopolio de la globalización. La guerra entre ambas potencias se da en diversos ámbitos: económico, político y cultural. En lo económico, según Estados Unidos, China se apropia indebidamente de su know-how sin respetar ni pagar por los derechos de propiedad intelectual. Por otro lado, también le preocupa el avance chino en materia de ciencia y tecnología, ya que China busca consolidarse en áreas estratégicas como el aeroespacio, biotecnologías, robótica e inteligencia artificial. Debido a esto, el actual presidente estadounidense impuso barreras a la inversión china en empresas norteamericanas, a la vez, que bloquea las exportaciones norteamericanas de alta tecnología dirigidas a China. Para eso, Trump decidió imponer aranceles adicionales a productos de origen chino del 145%. Como respuesta a esto, China decidió aplicar aranceles del 125% a productos norteamericanos. Sin embargo, ambos países llegaron a un acuerdo para reducir dichos aranceles al 30% y 10%. La verdadera preocupación de Estados Unidos es su enorme déficit comercial respecto a China, el cuál aumentó durante el último año. En lo político, la guerra se dirime en la puja por erigirse como la potencia hegemónica en el proceso de globalización, es decir, en instalarse como la única potencia de un mundo unipolar. Desde lo ideológico, Xi Xing Ping, actual presidente de china es crítico del sistema de las democracias liberales de occidente, que encuentran su fundamento en el neoliberalismo conduciendo a la desigualdad de los habitantes de sus países con políticas y consecuencias devastadoras. Por último, también se da una pelea en lo cultural, ya que Trump ha instalado la idea de que socialismo chino” es el encargado de llevar adelante la agenda 2023, contraria a los intereses “occidentales y cristianos” y su modo de vida sustentado en el “sueño americano”.

Por último, China se ha convertido en un aliado estratégico de América Latina. Sin dudas, esto es muy positivo debido a que sirve para ampliar mercados y lograr mejores negociaciones. La historia de nuestra región se caracterizó por relaciones de dominación con los Estados unidos, al punto de ser este país el responsable de nuestra inestabilidad económica y política. China es un país en constante desarrollo que necesita gran cantidad de materias primas. Por otro lado, China ofrece condiciones de crédito mucho más beneficiosas que el FMI y proyectos de inversión en diversas áreas, mientras que Estados Unidos simplemente se limita a bloquear nuestra economía y proceso de crecimiento, a través de sanciones comerciales y sin garantizar ningún tipo de inversión. Es por eso, que nuestra región tiene el desafío de pensar su propio camino de crecimiento. Prebisch dividió a los países de la “periferia” de los del “centro”. La diferencia entre ambos radicaba en los bienes que exportaban, es decir que los países de la periferia exportaban productos primarios, mientras que los del centro exportaban productos más elaborados y sofisticados. Sabemos que nuestra región tiene un problema de déficit comercial en la balanza de pagos, por lo tanto, su única salida es a través del desarrollo derivado de un proceso de industrialización. Por otro lado, la teoría de la dependencia introduce el término “estrangulamiento externo”, el cual sería el responsable de nuestros límites a la hora de crecer. Este hace referencia a la dependencia de nuestros países hacia los del centro y las repercusiones de las complicaciones económicas de estos países en Latinoamérica. Por último, también son fundamentales comprender las ideas de Fajnzylber, quien expresó la necesidad de incorporar nuevo equipamiento tecnológico y productos, para reforzar la competitividad internacional 

Por otro lado, debemos tener cuidado en no quedarnos en un simple rol de proveedor de bienes primarios y priorizar nuestro desarrollo, para garantizar la industrialización que aporte al progreso técnico, y a la vez, genere capacitación, empleo; y, por lo tanto, una sociedad más pujante y con equidad, para lograr el crecimiento económico. Esto se puede dar mediante estas vías: distribución de la propiedad, creación de pequeñas empresas, calificación de mano de obra y capacitación de la misma, las cuales crearán puestos de trabajo. Eso conllevará la elevación de la productividad y de las remuneraciones. Además, se necesita educar a la sociedad y más que nada, a los empresarios locales en apostar a generar utilidades en el país, que a su vez generen condiciones propicias para el desarrollo.  Pero por sobre todas las cosas, se debe difundir la lógica industrial tanto por vías formales como informales para que la población pueda absorber el progreso técnico. El fruto de ese progreso, hará una sociedad más justa y equitativa. Además, al haber crecimiento se facilita la distribución y esta situación se hace más fácilmente soportable que en situaciones donde hay estancamiento. Por otro lado, necesitamos fortalecer los vínculos regionales a través de la organización de bloques políticos y económicos como el MERCOSUR para poder ser competitivos a nivel mundial desde lo económico y a la vez, ampliar de forma conjunta los vínculos comerciales con otros países que no sean Estados Unidos, tales como China, Rusia y los demás países miembros de los BRICS. Es vital saber “vivir con lo nuestro”, aprender de las experiencias industriales que nos antecedieron y ampliar las alianzas comerciales más allá del monopolio comercial impuesto por Estados Unidos. 

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Artículos web:

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