LAS ELECCIONES DEL 26 DE OCTUBRE

POR ALBERTO CORTÉS

LAS ELECCIONES DEL 25 DE OCTUBRE PASADO ESTUVIERON INMERSAS EN UNA COYUNTURA ECONÓMICA Y POLÍTICA MUY PARTICULAR

El Modelo Económico mantenido hasta ahora por Milei ha logrado bajar la inflación por el método que él mismo había dado por infalible antes de ser candidato, cuando dijo: “Cualquier idiota puede bajar la inflación con recesión”. Se apoya también en un dólar bajo y pisar los salarios. Miente permanentemente atribuyendo la baja inflacionaria a los feroces recortes a todo lo que tenga que ver con necesidades sociales o de desarrollo económico (no de intereses de la ya descomunalmente inmanejable deuda pública, gastos reservados de la SIDE, de la presidencia en viajes privados al exterior, etc.). Pero mantener hasta las elecciones esa ficción, era esencial para tener alguna chance de lograr lo que logró (aunque se habría conformado con un resultado más modesto). El problema central es que ese modelo fuga permanentemente Dólares y se venía produciendo una corrida cambiaria que, ante las reservas netas negativas del Banco Central, y la completa insuficiencia de los mecanismos “NORMALES” de ingresos de divisas, amenazaba con que fuera inevitable una devaluación antes de las elecciones. Con ella, un salto inflacionario que habría pulverizado las posibilidades electorales del oficialismo, al ser la baja inflacionaria el único logro económico real de la actual administración, aunque se autoagregue –mentiras mediante– varios más.

Esas posibilidades, además, ya habían quedado melladas por los escándalos de corrupción evidenciados en catarata durante todo el año, en el contexto de una recesión económica y una caída de los ingresos de la mayoría de la población, deliberadamente inducidos por las razones señaladas.

Donald Trump llegó a la Presidencia Norteamericana con la pretensión de dar un viraje en los métodos con los cuales la oligarquía que gobierna los EE.UU. (tras una fachada de “DEMOCRACIA”), intenta revertir la firme declinación de la hegemonía mundial estadounidense.

No le ha ido muy bien en esas pretensiones, pero tampoco del todo mal. Para esa hegemonía, el control de lo que consideran su “PATIO TRASERO”, es casi indispensable. De los mayores países de Latinoamérica: Brasil, México, Colombia y Argentina, hoy solamente tienen un Gobierno sumiso en esta última. Evitar que cambie de signo es extremadamente importante en la estrategia de Trump.

Por eso, en las semanas previas a la elección, EE.UU. jugó fuerte, y con herramientas sin precedentes, para evitar el colapso de Milei: El Tesoro Norteamericano intervino en el Mercado de Cambios Argentino, comprando pesos (o sea, vendiendo dólares), para suplir la falta de oferta de divisas por los mecanismos usuales. Estas intervenciones (y otras como el swap), además de lo coyuntural, tienen seguramente como contrapartidas acuerdos que aún no son públicos, que hacen al avance del control Estadounidense sobre aspectos estructurales de la Economía Argentina. La motivación principal para hacerlas parece ser política, pero han tomado estado público otros detalles que hacen a los Intereses Económicos Estadounidenses, tanto privados como públicos: Preservar y fortalecer las ganancias de fondos especulativos cercanos a actuales funcionarios norteamericanos, colocar esos pesos obtenidos en letras del Estado argentino a tasas usurarias (el resultado final de esta maniobra, aún está por verse, según sea el manejo del tipo de cambio en los próximos tiempos).

Pero, además, Trump hizo recontraexplícita la amenaza de que esas “AYUDAS”, desaparecerían al instante, si a Milei le iba mal en las Elecciones de medio término.

Aunque cada fuerza política suele tener un núcleo duro de electores que lo votarán aún en los momentos más desfavorables; lo decisivo siempre es un universo de votantes que son mucho más volubles en sus decisiones electorales, según cuestiones que hacen al estado de ánimo del momento.

La crisis del 2001 y la debacle financiera de los últimos dos años del macrismo, y en especial su pérdida de las primarias Presidenciales de 2019, para no irnos mucho más lejos; ilustran a las claras cómo las clases dominantes tienen la capacidad de hacer recaer sobre las espaldas de los sectores populares la mayor parte del peso de las crisis de sus propios negocios. En algunos casos, hasta culpando públicamente a esos sectores de la crisis, como hizo Macri cuando perdió esas primarias.

El recuerdo de esas debacles, sumado a la falta de visualización de una opción política que genere realmente esperanzas sólidas de un futuro mejor en los sectores populares, empujaron a grandes masas de votantes a apoyar lo que creyeron era la única forma de evitar una abrupta crisis financiera y cambiaria poselectoral, arrastrando efectos económicos aún más catastróficos que los actuales; y así entregaron su voto al mileísmo. No por convicción, sino por miedo a un futuro inmediato peor.

El triunfo por amplio margen del Peronismo en las Elecciones Provinciales adelantadas del 7 de Septiembre (en la Pcia de Bs. As) activó además a importantes Sectores Antiperonistas, que habían votado a Milei en el balotaje y que, en esas elecciones, desilusionados por la marcha del Gobierno Nacional, no habían ido a votar. O bien, lo habían hecho por otras opciones, que esta vez no estaban presentes, o se desinflaron ante la gran polarización del último domingo. Esto se visualiza en dicha provincia, donde el Peronismo mantuvo sus electores de un mes y medio antes, pero el oficialismo los incrementó sustancialmente. Este efecto pesó también seguramente en el resto del país, aunque allí sea más difícil de medir cuantitativamente.

Por supuesto que aportaron a esa ola violeta, además de los beneficiarios temporarios de la “PLATA DULCE” del Dólar barato, sectores que mantienen aún una expectativa esperanzada en el Gobierno. Esto se vio hábilmente estimulado desde el propio oficialismo, con proyectos de recambios ministeriales (que no se produjeron hasta ahora, salvo el del canciller, acelerado por él mismo, por fuera del control de Milei), que daban la idea de una segunda etapa del Gobierno distinta. La idea de que “LO PEOR YA PASÓ”.

En realidad, lo peor no pasó todavía, sino que precisamente ese voto es el que le dio la fuerza parlamentaria que le permitirá proteger vetos y evitar Juicios Políticos. Es el que habilitará para que ahora todo empeore.

La crisis cambiaria no desapareció (a pesar de la reacción coyuntural de los mercados al día siguiente de la elección), sino que los problemas estructurales persisten, y en todo caso, se hace un poco más manejable para el Gobierno, a corto plazo, administrar esa crisis. Prácticamente todos los principales actores económicos que le dieron el respaldo para sortear exitosamente el test electoral, le reclaman una devaluación, que al menos discursivamente el Ministro de Economía sigue esquivando. Solamente ingresos importantes de divisas por algún lado (como podría ser, potencialmente, entrada de inversiones estadounidenses o de otro origen, importantes, en un revival del Menemismo; aunque es difícil que se produzcan con rapidez) se lo podrían permitir por un tiempo importante.

Los Poderes Económicos pretenden transformaciones que les permitan aún más el saqueo de nuestras riquezas naturales y del esfuerzo laboral de los argentinos. Pero quieren que sean tan irreversibles como la Ley de Entidades Financieras de Martínez de Hoz, y tantas otras calamidades que seguimos padeciendo tras haber sido instaladas por la Dictadura, el Menemismo o el Macrismo. Para eso, no alcanzan los decretos, aunque un tercio parlamentario los blinde, sino que quieren leyes que requieren acuerdos legislativos mucho más extensos. De allí, las renovadas conversaciones con Macri y otros actores, en especial los Gobernadores, a los que ya está convocando, cambiando un poco su discurso confrontativo por presiones de Washington, y aprovechando la debilidad poselectoral de éstos.

El Pueblo Argentino, será sin duda, el principal perjudicado por las Reformas, en especial las Laborales, Tributarias y Previsionales que el Mileísmo pretende ahora concretar en los próximos dos años, al frente de un conglomerado unificado de las clases dominantes, bajo la batuta de Washington.

Del nivel de su resistencia a estas próximas nuevas agresiones a su ya deteriorada calidad de vida, dependerá el futuro de lo que resta del Gobierno Mileísta.

CREACIÓN Y CIERRE DE EMPRESAS EN LOS ÚLTIMOS GOBIERNOS DE LA REPÚBLICA ARGENTINA. LA GESTIÓN DE JAVIER GERARDO MILEI APARECE COMO LA SEGUNDA PEOR EN DESTRUCCIÓN NETA DE EMPRESAS.

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