BARRIO AZCUENAGA (CRONICA)

BUSTO DE EVA PERON, EN LA UNION DE LAS CALLES SAN JUAN Y MENDOZA EN LA ZONA OESTE DE LA CIUDAD DE ROSARIO. LA PLACA RINDE HOMENAJE A DOMINGO CAPOBIANCO QUIEN LIDERO EL PARO EN LA EMPRESA DE TRANVIAS “LA MIXTA” EN LO QUE FUE LA “RESISTENCIA PERONISTA” EN LOS DIAS SIGUIENTES AL GOLPE DE ESTADO A LA 2DA. PRESIDENCIA DE JUAN DOMINGO PERON, EL16 DE SEPTIEMBRE DE 1955

ESCRIBE FABIAN ARIEL GEMELOTTI

Barrio Azcuénaga es la Estación Oeste, la librería de Ariel, el bar “La Pirunia”, la Zapatillería “El Ñandú”, el Club “Libertad”, Oscar el peluquero, el Pito Loco, la Muñeca, la calle Mendoza y el trolebús, la cultura del bondi, la “Pompeya” y la Escuela 120 y el carrito de hamburguesas y el busto de Evita, donde se unen San Juan y Mendoza. Barrio de obreros Ferroviarios y clase media trabajadora.

Barrio inglés en un principio allá por los años 1920/30/40 cuando los gerentes y jerárquicos del Ferrocarril Inglés construyen las propiedades que van de Montevideo a Mendoza por Felipe Moré. Casas de construcción inglesa con techos altos, paredes gruesas y el arco bien estilo londinense. Casas de dos pisos en su mayoría y sótano y patio amplio. Ahí vivieron los ingleses en esas mansiones que la arquitectura de Rosario debe reivindicar como parte del patrimonio histórico.

En 1947 el Gobierno de Perón al nacionalizar los Ferrocarriles esas propiedades son abandonadas por el personal jerárquico y pasan a ser ocupadas por obreros jerárquicos del Ferrocarril. Mi abuelo compra una casa ahí, técnico mecánico de locomotoras de Ferrocarriles Argentinos. Mi bisabuela fue guarda barreras y mi bisabuelo trabajó también en Ferrocarriles, bajo dominio inglés. Fue jerárquico y en el 45 se hace Peronista.

Barrio Azcuénaga nace con el Ferrocarril Inglés. Y toma impulso proletario al ser nacionalizado por el General Perón. Un barrio no es el Centro, ni Barrio Martin donde la idiosincrasia es muy diferente a la cultura barrial. Barrio Azcuénaga es un barrio bien de trabajadores. Un barrio donde la plata nunca sobró y tiene su casco céntrico con negocios muy bellos que parten de las vías del Ferrocarril de Mendoza y Paraná hasta la otra vía donde comienza Barrio Belgrano, aunque siempre hubo discusiones por los límites barriales. Cosa de lucha barrial e idiosincrasia proletaria.

Rosario es una ciudad de barrios, Zona Sur, Norte y Zona Oeste. Rosario nace en lo que es la zona pituca y se hace ciudad importante con la impronta barrial. Rosario tiene una mitología religiosa pero no nace con la Virgen como dicen sus historiadores. Rosario no tiene fecha de fundación y nace como poblado de descanso para las carretas que iban de Córdoba al puerto de Buenos Aires. Se va poblando despacio con gauchos e inmigrantes con las oleadas inmigratorias de los años 70/80 del siglo XIX. Rosario va tomando forma con sus periferias, sus barrios le van dando esa identidad de ciudad que la hará próspera en las primeras décadas del siglo XX. Si uno lee documentación de Rosario e investiga un poco se da cuenta que nos contaron otra historia, que Rosario, no es la Rosario que narran los historiadores oficiales. Pero eso ya es tema para otro ensayo o para otra crónica de la ciudad.

Enfrente de la Estación Oeste están las dos plazas, una plaza dividida en dos donde se supo hacer carnavales y ferias de comidas y de artesanías (todavía se hacen carnavales ahí) Pero lo más lindo es el bar de la esquina sobre Paraná bien enfrente de la parada del 148 y del 138. Un bar viejo que ocupa una esquina con sifones y tazones para el café con leche. Mesas de madera y sillas de las de antes. Ahí te podés comer un familiar de milanesa y tomarte el vino de la casa, sin soda. Una delicia barrial. Medialunas de las panaderías del barrio, de manteca o de grasa y el bizcocho crocante.

Enfrente del bar hay un carrito que desde las cinco de la mañana vende facturas y café con leche. El carrito del Viejo, abundante café para los obreros y barrenderos que se reúnen ahí a tomar las delicias del café con leche y pirulines de dulce de leche o el alfajor de chocolate casero. Ahí por la zona vivía el pizzero de la popular de grasa de las canchas de fútbol. Un Ferroviario que los sábados y domingos vendía con el tradicional carrito rojo las pizzas cuadradas de tomate y bien grasientas. Esas pizzas que te dejaban las manos con grasa y un olor para chuparte los dedos.

Barrio Azcuénaga también tiene su culto a la odontología. La cuadra antes de llegar a Mendoza por Felipe Moré es una cuadra de odontólogos. Uno al lado del otro en casas viejas de dos pisos. Ahí tiene el consultorio mi vieja odontóloga, una casa vieja con un patio enorme lleno de perros, gatos y hasta un mono, y un gallo, gallinas y víboras. Me gusta ir a ese patio y ver a los animales sueltos jugando. El mono me mira, se acerca y me toca, y retrocedo, la odontóloga se ríe. Es una de las mejores de Rosario con una cátedra de estética en la Facultad. Una amiga más que mi odontóloga.

Barrio Azcuénaga, el barrio que ya no tiene más al peluquero Oscar, muerto en 2015 ni a Ariel y su librería de Anarquistas, cerrada hace diez años al morir el viejo Ariel.

El barrio ya no tiene más la Zapatillería “El Ñandú” cerrada en los noventa gracias al saqueo menemista. Ahí compré mis primeras Topper y las pamperos y las zapas botitas. Ya no está más el bar “La Pirunia” en Mendoza al 5300, enfrente estaba Oscar y al lado el Ñandú. Ahí en ese bar bien ochentoso se comía hamburguesas grasientas con el porrón bien frio y la fichita para el pool era un culto de los sábados y había dos maquinitas de flipper. Una vieja casa que fue tirada abajo en los noventa y ahora una granja ocupa su lugar. Bar hermoso.

Un viejo del barrio hace años me contaba historias muy buenas y tomé apuntes en una libretita: «había una puta llamada la Rosita, eso por los años veinte pibe» («puta» ahora en desuso en el lenguaje pero de impronta de lunfardo de las generaciones de antes). Me gustan estas historias porque son de la crónica oral. «Yo tendría unos quince años y cada tanto me daba una vuelta por ahí con algo de plata ganada en la cigarrería de calle Felipe Moré», «cuando cierran los prostíbulos de Pichincha se trasladan al barrio, ahí viene la Rosita. Una polaca hermosa de ojos verdes y cabello rubio hasta la cintura. Tenía mi edad, vino con la madre a hacer la América.» Le pregunto qué fue de la Rosita: «me casé con ella, pero se me murió a los años y ahí lo tenés al Martín mi hijo que siempre llora por la madre».

Una historia muy bella de amor y ternura. La trata de blancas, las polacas y alemanas que vinieron a buscar «riqueza» engañadas por la mafia de Pichincha, después se van a Zona Oeste. Muchas forman familias y otras mueren en la indigencia o van a parar a pensionados donde la vejez las encuentra solas y sin familia.

La prostitución en Rosario no tuvo nada de romanticismo (como muchos historiadores nos hicieron creer) por eso me conmueve esta historia tan tierna de amor. El viejo murió hace unos quince años y una vez le pregunté: «¿por qué tantas rubias en Zona Oeste?», «porque son la descendencia de ingleses, polacos e italianos del Norte». Siempre me quedó eso y fui a la hemeroteca y revisé diarios y confirmo sus dichos. La crónica oral es Historia y quizás la mejor documentación para un historiador.

Barrio Azcuénaga todavía conserva esa impronta de barrio. Si uno alza la vista ve todavía el nombre del cine Mendoza y si recorre las vías ve la vieja estación Oeste con su fachada histórica también ahí el cartel que dice Estación Oeste, se conserva majestuoso pintado por muchachos del barrio con los colores rojo y negro de Ñuls.

Barrio Azcuénaga es un barrio Leproso. Si uno camina por las plazas ve todavía esos bancos tradicionales y llega al bar y te metés en un túnel del tiempo. Si uno agarra por Felipe Moré desde Montevideo hasta Mendoza todavía se conservan esas mansiones de ferroviarios.

Si uno empieza a caminar por Mendoza va mirando las edificaciones que todavía conservan la impronta de antaño. Si uno llega al busto de Evita ve que ahí se recuerda a Capobianco, un Peronista de la «Resistencia Peronista».

Cuando se llega a Mendoza y dobla por Teniente Agneta yendo para Cordoba, ahí nomás a media cuadra de Mendoza, nació la marcha de Ñuls con letra de Francisco Sapietro. Su sobrino mi amigo de la infancia. Y si uno avanza hasta San Luis (estamos al 5600) ahí había una plaza donde se jugaba al fútbol. Ahí nació el mítico equipo La Naranja Mecánica (camiseta naranja en homenaje a Holanda del 74, ese equipo que fue sensación en el Mundial de Alemania. Compraron camisetas blancas y una pintura para teñirlas de naranja, mi vecina María se ocupó de ese procedimiento barato y bien de fútbol de potrero) que ganaba todos los picados barriales y fue leyenda en los setenta. Llegué a mezclarme con esos pibes más grandes y jugué un partido.

Zona Oeste cuna de miles de jugadores de Ñuls y de Central. Cuna de escritores barriales. Cuna del club de básquet más grande de Rosario: Libertad. Cuna de la mítica escuela 120. Cuna del pasaje más angosto de Rosario entre la 120 y la Iglesia Pompeya.

Por Mendoza al 5400 había una básica Peronista. Mis abuelos estaban a cargo y me crié ahí. Siempre la marcha Peronista que la puedo cantar de memoria pero la escuché tanto que ahora me aburre. Mis abuelos peronistas, yo más anarquista que Peronista. Dicen que si te meten tanto Peronismo en la infancia te asquea. Puede ser. Yo no soy tan devoto Peronista, siempre le encontré cosas que no me cierran. Pero me crié en esa básica. Recuerdos hermosos. A media cuadra de ahí supo haber un gimnasio. Se practicaba boxeo. Me gustaba ir a medir mis músculos.

Fiambrerías, pollerías, queserías, todo para el estómago. Dicen que el barrio es un barrio de gente que come mucha carne. Por eso tantas carnicerías. La verdulería de la esquina de Mendoza y Teniente Agneta, un clásico del barrio. Enfrente supo estar la disquería de Bigotes. Un clásico de la ciudad.

Pito Loco. Víctor, recorriendo con su bicicleta el barrio todas las noches. De mañana acompaña a los trabajadores a tomar el trolebús o el 142 y cuando alguien saca su auto del garaje ahí aparece Víctor, como un Batman nocturno a proteger a la gente de los robos en motos y entraderas. Pito Loco es Barrio Azcuénaga y un tipo de lo mejor. Hace unos veinte años que es el paladín de la justicia barrial.

La librería Mar del Plata y sus revistas y literatura de aventuras, cerrada hace casi dos años. Los bares y los carritos de hamburguesas. El negocio de anillos y juguetes y paraguas enfrente de la Pompeya. Cristian y su fiambrería por Mendoza llegando a teniente Agneta. Y el negocio de bibliotecas de madera y estantes por Mendoza al 5600, un local único en Rosario. El kiosko de diarios del Cordobé, sin «S» como dice el cartel que adorna el frente del kiosko. El Cordobé un hincha de Talleres mezclado con LEPROSOS y canallas en Barrio Azcuénaga. El busto de Evita. Y lo más importante de Barrio Azcuénaga es que es la cuna de mi infancia.

El tren y su ruido. Uno siempre sabía que a las cinco de la madrugada pasaba el tren. Estación Oeste y ese ruido de locomotoras rompiendo el silencio de la noche. Todavía pasan los trenes, cargueros con vagones repletos de azúcar y otras mercaderías. Y los árboles y sus hojas. Barrio Azcuénaga un barrio de trenes y arboleda abundante. Un barrio único en la ciudad.

FACHADA DE LA ESTACION DE TRENES «ROSARIO OESTE» UBICADA EN LA CALLE PARANA N° 1350 DE LA CIUDAD DE ROSARIO

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