
El Fundamento del Decreto lo encontramos a partir del año 2007, cuando el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) presentó un Proyecto para cambiar la denominación, y que esa misma fecha, el 12 de octubre, se convirtiera en un “Día de Reflexión Histórica y Diálogo Intercultural”.
El cambio tuvo que ver también con que el concepto de división de la humanidad en «razas» no poseía validez alguna y solo conservaba una idea sociocultural y política errónea y peyorativa. Aquella alusión, además, solo favorecía a las reivindicaciones racistas.
De esta manera, se dejó atrás la única valoración sobre la cultura europea para conmemorar la enorme diversidad de culturas. Entre ellas, la de los pueblos indígenas y afrodescendientes que siguen aportando y construyendo parte de la identidad nacional.
Según la UNESCO, resultante de siglos de convivencia entre personas de todas las regiones que forman un mosaico rico y plural, esa «diversidad cultural amplía las alternativas; alimenta diversas capacidades, valores humanos y cosmovisiones; y permite que la sabiduría del pasado nos prepare para el futuro. La diversidad cultural puede impulsar el desarrollo sostenible de los individuos, comunidades y países».
Es por ello que, desde la UNESCO y el Gobierno Argentino, se trabaja con una perspectiva en pos y a favor del respeto, protección y conservación de la diversidad de todas las culturas, para el presente y el futuro.
AROMAS, SABORES Y OTRAS YERBAS DE LA DIVERSIDAD CULTURAL
Nuestros pueblos antiguos, originarios de estas tierras, denominaban al hoy continente Americano su tierra Abya Yala, que en la lengua kuna significa «tierra en plena madurez» o «tierra en florecimiento, tierra madura, tierra fértil entre dos aguas». Este territorio, a pesar de la conquista y colonización, pudo resistir y trascender. Entre sus múltiples manifestaciones culturales encontramos ese legado ancestral en la elaboración de los alimentos, desde cómo los preparamos, en qué circunstancias, de qué manera los comemos y con quiénes los compartimos. La comida no sólo nos nutre físicamente, sino que en cada bocado nos construye identitariamente.
En el comer está el compartir, se establece una interrelación entre los pueblos. Del entramado de esas diversidades colectivas, comunitarias, surge la identidad de los y las que habitamos el suelo argentino. Lo que creamos y consumimos comunitariamente nos permite reconocernos como parte de lo mismo. En cada sabor, cada aroma, cada pizca de condimento de las comidas honramos la sabiduría de nuestros ancestros y ancestras, y sus cosmovisiones de ser parte de un todo. Por eso proponemos homenajear la forma respetuosa del proceso circular que forma parte de la vida: sembrar, cultivar, cosechar y preparar alimentos, bebidas y medicinas; ceremonias que nos recuerdan de dónde venimos y quiénes somos.
FUENTE: MINISTERIO DE CULTURA ARGENTINA