
ESCRIBE ALBERTO CORTES
La Historia no pasa nunca dos veces por el mismo lugar, pero sí por lugares parecidos. Por eso es fundamental la comprensión de los contenidos no tan a la vista, pero sí medulares, de los fenómenos históricos; que no se nos volverán a presentar con la misma cáscara que antes, pero pueden retornar infinitas veces con su misma esencia y diferentes envoltorios.

El Golpe de 1976 en Argentina no fue un fenómeno aislado: En 1971 se produjo en Bolivia el golpe del General Banzer contra el Gobierno Progresista del General Juan José Torres -asesinado luego en Buenos Aires durante la dictadura y en el marco del Plan Cóndor-; en 1975 el del Gral. Bermúdez contra el del Gral. Juan Velasco Alvarado, autor de una Reforma Agraria y numerosas medidas en favor de los pobres peruanos; en 1973, el golpe contra Salvador Allende en Chile, con más que probada intervención de la C.I.A., el Depto de Estado de los EE-UU- y empresas yanquis. El mismo año se había dado el autogolpe fascista de Bordaberry en Uruguay.
En Brasil y Paraguay no hacían falta golpes, porque duraban las dictaduras impuestas por golpes en los 60 y los 50.
En la Argentina, el canciller de Videla, Contralmirante Guzzetti, se entrevistó con el Secretario de Estado de los EE.UU., Henry Kissinger, en octubre del ’76, quien le dijo que se apuraran a completar la represión, porque EE.UU. no podría apoyarlos demasiado tiempo. Además, al mes siguiente James Carter ganó la presidencia, asumiendo el siguiente enero e hizo de los DD.HH. una de sus banderas fundamentales, principalmente para usarla contra la Unión Soviética, pero también cuestionó a dictaduras como la Argentina.
Lo que venía ocurriendo en el Sur de América es que los EE.UU. estaban retomando su control. Control que se había relajado por gobiernos que ya no se subordinaban a Washington. El Plan Cóndor fue la expresión represiva de ese hilo continental. Desde que Jefferson dejó por escrito, en 1786, la voluntad de dominar “toda la América, la del Norte y la del Sur”, y otros ideólogos la reafirmaron en el siglo siguiente con las llamadas “Doctrina Monroe” y del “Destino Manifiesto”, los EE.UU. manifestaron a través de innumerables hechos su pretensión de mantener bajo su bota a todo el continente.
El golpe del 24 de marzo venía a reafirmar, en la Argentina, esa vocación colonial. Los demás golpes contemporáneos tenían diferentes cáscaras, pero idéntica médula: Unos fueron golpes militares contra gobiernos electos democráticamente, otros golpes militares contra gobiernos también militares, pero de muy diferente orientación. En un caso, un presidente electo en las urnas se transforma en dictador, con apoyo de las FF.AA.
En todos los casos, las fuerzas coloniales tenían su coordinación con Washington pero actuaban a través de sus agentes locales: En esa etapa histórica, pero no tanto en las que vendrían luego: Principalmente las FF.AA., formadas bajo la Doctrina de Seguridad Nacional. Pero también los grandes empresarios del campo, las finanzas y la industria. La solicitada con que la Sociedad Rural Argentina festejó el primer aniversario del golpe, la colaboración de Ford, Acindar, el Ingenio Ledesma y muchas otras empresas, en la desaparición de militantes sindicales, son algunas de las evidencias más indesmentibles.

En 1979, una dictador creado por los EE.UU. y de quien el presidente Roosevelt había dicho “es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”, Anastasio Somoza; fue derrocado por un levantamiento popular triunfante y remplazado por un gobierno que ya no era dócil a Washington. El mismo año, otra dictadura sangrienta, la del Sha de Irán, creada también por la C.I.A. y Gran Bretaña tras derrocar en 1953 a un gobierno popular–como está confesado en los documentos desclasificados de la primera– fue derrocada por la Revolución Islámica, dando nacimiento a gobiernos en ese país que, como en el caso de Nicaragua, son hasta hoy un dolor de cabeza para los planes de dominación estadounidense. Para colmar el vaso, una dictadura amiga –la de Argentina– se volvió loca y atacó y tomó la principal base estratégica de su mayor aliado –Gran Bretaña– , hablamos de Malvinas, vital para que la O.T.A.N. controle gran parte del Atlántico Sur y aspire a la proyección antártica.

Evidentemente, las dictaduras habían dejado de ser negocio para EE.UU.; en un mundo dónde además, con la perestroika primero y la disolución de la U.R.S.S. después, el marco global estaba cambiando aceleradamente. Pasaron entonces a ser entusiastas de la “democracia”. “Democracias” claro, controladas y dirigidas por Washington, y sus agencias: O.E.A., F.M.I., etc.
En este nuevo mundo, de fachada “democrática”, se evita al máximo que hasta las más violentas e ilegales acciones para voltear a un gobierno, como el golpe contra Evo Morales de 2019, sean llamadas golpes y resultan absurdas y ridículas las hiperforzadas maniobras de maquillaje que se hicieron y hacen para hacer pasar ese golpe como un procedimiento constitucional.
Las cáscaras cambiaron mucho. Los contenidos bastante menos.
EN ARGENTINA, EL CONTENIDO COLONIAL DE LAS POLITICAS QUE EN 1976 SE LLAMARON GOLPE Y DICTADURA, EN LOS ’90 SE LLAMARON MENEMISMO Y DELARRUISMO.
YA EN EL SIGLO XXI, LAS POLITICAS QUE INAUGURO LA DICTADURA SIGUIERON CON MACRI, Y EN ESTOS MOMENTOS SE PREPARA LA PROXIMA CASCARA. PROBABLEMENTE CON LA FACHADA DE LA UNION CIVICA RADICAL (U.C.R.) MAS ALIADOS.
A 46 AÑOS DEL GOLPE GENOCIDA DECIMOS: ¡¡¡NUNCA MAS!!! NUNCA MAS MILITARES GENOCIDAS. PERO TAMBIEN NUNCA MAS SUS CONTINUADORES, AUNQUE NO VENGAN YA DE UNIFORME SINO DE SACO Y CORBATA O INCLUSO, DE ROPA MAS INFORMAL Y DESCONTRACTURADA.