
POR ALBERTO CORTES
El fallecimiento del ex Presidente Soviético Mijail Gorbachov reaviva el debate sobre los hechos históricos que le tocó protagonizar.
La propaganda capitalista ha procurado instalar la versión simplista según la cual el socialismo –y la teoría marxista a él asociada– fracasó. Gorbachov, “UN COMUNISTA BUENO», trató de democratizarlo y el pueblo –cansado del desastre «económico de 70 años» y la falta de libertades– optó por el capitalismo, triunfante definitivamente. El “FIN DE LA HISTORIA” como lo llamó el politólogo estadounidense Francis Fukushama.
LO QUE REALMENTE PASO, EN CAMBIO, ES BASTANTE MAS COMPLEJO Y DIFERENTE.
La Revolución de Octubre, de 1917 en Rusia, fue el segundo intento triunfante en la Historia del capitalismo en que un movimiento de obreros y otras clases subordinadas, voltearon a un Estado Capitalista (Capitalista-feudal, en el caso ruso) e instalaron un poder estatal de nuevo tipo. El primero había sido la Comuna de París (y algunos otros municipios franceses), en 1871, que duró dos meses y fue ahogada en sangre por la reacción capitalista.
Esta segunda experiencia, en cambio, duró más de 70 años. Comenzó en uno de los países más atrasados, con escasa industrialización, el 80% de la población analfabeta, hambrunas frecuentes y devastadoras.
Desde el primer día afrontó una guerra civil cuyos daños materiales, humanos en general y de cuadros del partido revolucionario en particular son difíciles de exagerar. Fue invadida también por más de una decena de países capitalistas, incluidos Francia, Inglaterra, Japón y los EE.UU.
Tras la crisis mundial capitalista de 1929, las tasas de crecimiento anuales de la U.R.S.S. decuplicaban a las de los EE.UU. en ese momento y triplicaban a las de su auge pre-crisis.
La Segunda Guerra Mundial costó 60 millones de muertos. 20 fueron soviéticos (algunos hablan de 27). Los EE.UU. tuvieron menos de medio millón –bastante menos que en su propia Guerra Civil de casi un siglo antes-. En el territorio continental de este país no cayó ni una bomba, mientras que los daños en la parte europea de la U.R.S.S. fueron inconmensurables. Todos los historiadores coinciden en que Stalingrado, donde las tropas soviéticas derrotaron a las nazis, fue la batalla decisiva que dio vuelta la situación de toda la Guerra, en especial en el escenario europeo. EE.UU. asistió en esa etapa a la URSS con material bélico porque era consciente de que ésta asumía el peso principal del aparato bélico del Eje y era fundamental sostenerla.
Después de todo eso, y sin un Plan como el Marshall con el que EE.UU. subsidió la reconstrucción de Europa Occidental; en los años 50-60, no sólo había cambiado sustancialmente el nivel de vida de los ciudadanos soviéticos, sino que el primer satélite en el espacio fue el Sputnik, el primer ser vivo la perra Laika y el primer astronauta Yuri Gagarin. Todos soviéticos. En libros de texto de la Facultad de Cs. Económicas de Rosario se estudiaba con autores norteamericanos que sostenían que en pocos años la URSS superaría económicamente a los EE.UU. Además, el capitalismo norteamericano había tardado cuatro veces más tiempo para llegar a un nivel de desarrollo análogo.
¿QUE OCURRIO ENTONCES LUEGO? ¿POR QUE SE DISOLVIO LA U.R.S.S. Y RUSIA Y OTROS PAISES VOLVIERON AL CAPITALISMO?
Si se hubiera tratado de una mera reacción contra el autoritarismo, lo esperable es que ello hubiera ocurrido en su peor momento, durante el gobierno de Stalin, o bien, al comenzar a relajarse éste, con Kruschev, desde 1956. Nada de eso pasó.
Lo que describe el mismo Gorbachov en su libro “Perestroika” y coincidieron hasta algún ideólogo estadounidense totalmente antisoviético, es que en la URSS se cumplió una de las principales leyes del materialismo histórico: En todas las sociedades, las fuerzas productivas en su desarrollo, después de haber sido impulsadas por las relaciones de producción –es decir por el modelo de organización social existente– comienzan a ser trabadas por éstas. Si el modelo productivo no se cambia –generalmente porque está asociado a intereses concretos que resisten el cambio-, las tensiones así generadas terminan por hacer estallar el sistema. Es la Revolución.
A partir de los años 60-70 algunos países capitalistas centrales–probablemente impelidos por cambios geopolíticos que ponían en riesgo su control de fuentes de energía y de algunos minerales– realizaron grandes inversiones en investigación y desarrollo en ciertas áreas que llevaron a un rápido progreso de sectores como la microeléctrónica (y entre sus principales consecuencias, la informática y las comunicaciones) y otros.
Alcira Argumedo, en “Un Horizonte sin Certezas” es una de las que describe este fenómeno. También se fue diversificando enormemente la variedad de productos que salían de sus industrias.
Las relaciones de producción del modelo de economía centralmente planificado, al menos en las formas que habían adoptado en el modelo eurosoviético, que habían funcionado extraordinariamente bien para resolver demandas relativamente homogéneas como salud, educación, insumos esenciales como el acero o el hormigón y bienes básicos de consumo, que eran las que requerían sociedades que venían del atraso y la pobreza y requerían una diversidad relativamente limitada de bienes y servicios; no estaba a la altura de los nuevos desafíos. Entraron en contradicción con las fuerzas productivas, en especial con la más dinámica de ellas: La tecnología. Necesitaban reformas que probablemente hubieran sido realizables dentro del socialismo en otras condiciones y que eran las que Gorbachov proponía.
Pero después del impulso revolucionario inicial de 1917 y muerto Lenin en 1924 y empoderado Stalin, el debate dentro de la democracia socialista de los primeros años se remplazó por un cerrado verticalismo burocrático que, entre otros retrocesos, transformó a ciencias como la Economía Política en una mera ingeniería de la producción, por ejemplo.
En estas condiciones, la reacción soviética a la nueva realidad fue excesivamente lenta. La Unión Soviética fue quedando muy rezagada respecto a sus competidores occidentales en varias nuevas tecnologías clave. La gota que rebasó el vaso se dio cuando Reagan al frente de los EE.UU., que ya venía forzando a la U.R.S.S. a una competencia armamentística que a ésta le costaba sostener, amenazó con el desarrollo de la Iniciativa de Defensa Estratégica, bautizada popularmente como “Guerra de las Galaxias”. Consistía en aprovechar los avances tecnológicos estadounidenses, para construir un sistema armamentístico que permitiera hipotéticamente a los EE.UU. atacar nuclearmente a la U.R.S.S. sin sufrir represalias.
El nombramiento, en 1985 de Gorbachov, al frente del Estado Soviético, fue justamente el intento –seguramente tardío-, de la dirigencia de ese país de recuperar el tiempo perdido, relajando las tensiones con Occidente y realizando reformas que permitieran poner a las relaciones de producción –sin modificar en lo esencial su carácter socialista, según este líder– en consonancia con las nuevas fuerzas productivas.
Si el intento se salió de control, si en realidad Gorbachov era un traidor que buscaba desde el principio disolver la U.R.S.S. y entregarse al capitalismo, o si la reacción de los sectores más anquilosados de la burocracia soviética tradicional expresados en el intento golpista de agosto de 1991 estropearon el plan de reforma progresiva permitiendo el encumbramiento, ahí sí, de una figura claramente dispuesta a entregar todo como Boris Yeltsin; son cuestiones que se siguen discutiendo hasta hoy.
En las Naciones de Europa Oriental y Bálticas, el socialismo había resultado más del avance del Ejército Rojo Soviético en la contraofensiva contra Hitler en la Segunda Guerra Mundial, que de revoluciones originadas en sus propios pueblos. Además se generaron después relaciones asimétricas con la U.R.S.S. que provocaron resentimientos nacionalistas. Incluso también en algunas naciones de la propia U.R.S.S. En ocasiones se sumaron a abusos que venían desde la época del Zarismo y del Stalinismo y a consecuencia y como reacción, llegaron a darse casos de alianzas muy fuertes de esos Nacionalismos con el Nazismo, como se ve aún hoy, por ejemplo, en Ucrania. El modelo soviético de socialismo real se desmoronó allí muy fácilmente, ante los cambios en la U.R.S.S.
MUY DISTINTAS FUERON LAS HISTORIAS –CADA UNA PARTICULAR– ALLI DONDE LAS REVOLUCIONES SOCIALISTAS HABIAN NACIDO PLENAMENTE DE LAS PROPIAS HISTORIAS Y LUCHAS NACIONALES, COMO CUBA, CHINA O VIETNAM.
La disolución de la U.R.S.S. dejó a EE.UU. como única y dominante superpotencia en el mundo por 20 años, aunque en su propio patio trasero le surgieran incómodos desafíos como Hugo Chávez y luego todos los gobiernos progresistas de la primera década del milenio. En la segunda década, la Potencia Dictadora del Mundo logró aplacar temporariamente a América Latina, pero comenzó su declive relativo a nivel global, avanzándose hacia un mundo multipolar, proceso hoy en pleno desarrollo.
COMO DIJO EL ACTUAL PRESIDENTE RUSO: “QUIEN NO EXTRAÑE LA UNION SOVIETICA, NO TIENE CORAZON. QUIEN LA QUIERA DE VUELTA, NO TIENE CEREBRO”.
El Modelo de Socialismo Soviético fue una experiencia, como antes lo fue, mucho más efímera, la Comuna de París. El capitalismo no sólo sigue sin resolver los problemas más graves de la Humanidad: El hambre, la extrema pobreza, la apabullante desigualdad, las muertes por enfermedades evitables o curables, la guerra, el armamentismo, el cambio climático, la destrucción de la biodiversidad y otros; sino que además los agrava hasta límites muy probablemente suicidas.
Si se quiere evitar el suicidio colectivo, la Humanidad debe encontrar otro camino, aprovechando las experiencias vividas y evitando repetir sus errores. Podrá llamarse socialismo de nuevo tipo, o como se quiera, el nombre es lo de menos; pero la superviviencia de la especie humana es lo de más y hoy está en muy serio peligro.
