LA BOMBA

MESA NACIONAL DE «JUNTOS POR EL CAMBIO» -FOTOGRAFIA PRENSA J. X C.-

POR ALBERTO CORTES

El pasado 6 de febrero la Mesa Nacional de Juntos por el Cambio twiteó un comunicado en el que manifiesta “preocupación por la grave situación económica que el Gobierno Nacional le dejará al próximo gobierno”. 

En el contexto de una economía en crecimiento, a uno de los mayores ritmos de la región, y uno de los menores índices de desocupación en varios años, podría esperarse e incluso compartirse que el comunicado continuara describiendo el problema de la elevada inflación y descenso del salario real, que efectivamente son los problemas inmediatos más graves de la situación actual. Sería bastante descarado no obstante que semejante cuestionamiento – totalmente compartible, repetimos – proviniera del sector político cuyo último gobierno, el de Macri, duplicó la tasa de inflación que heredó (después de haber afirmado que resolver la inflación era un tema muy sencillo), la cual fue a su vez nuevamente duplicada por el gobierno actual. El gobierno macrista fue además responsable de la más grave caída del Salario Real desde la crisis del 2001, aunque también es cierto que bajo el actual gobierno –que se esperaba lo revirtiera– el Salario Real siguió descendiendo, aunque más moderadamente. Cabe señalar que estas deficiencias del actual gobierno se dan en un marco en el que tuvo que hacer frente, no sólo a la herencia del macrismo, especialmente en materia de endeudamiento, sino también a la pandemia y las consecuencias negativas del conflicto europeo, situaciones que el gobierno anterior no tuvo que enfrentar. Pero también hay que señalar que la falta de firmeza –sobre todo desde el primer momento, en el que su fuerza relativa era mayor– para enfrentar a los intereses monopólicos e internacionales que Juntos por el Cambio representa en el espectro político argentino, fue la principal limitante para operar más exitosamente en la resolución de los problemas de los argentinos.

Sin embargo, asombrosamente, el comunicado cambiemita, no se centra a continuación en estos temas –Inflación y Salarios Reales– (que ni menciona) sino en el endeudamiento en pesos por parte de la administración actual, al que califica de “bomba de tiempo al próximo gobierno”, después de hablar de “tasas de interés imposibles de pagar” y “tasas usurarias”.

Cabe recordar que el principal lastre que Macri nos dejó –no sólo al gobierno que lo sucedió, sino a toda la sociedad argentina– fue un escandaloso y aceleradísimo endeudamiento (principalmente en monedas extranjeras, que el Estado argentino no emite y que por lo tanto son mucho más difíciles de manejar). Dicho endeudamiento no se hizo para desarrollar grandes o pequeñas obras públicas o acelerar el desarrollo social invirtiendo en educación, salud, mejoramiento de los servicios públicos, construir al menos un pequeño porcentaje de los 3000 jardines de infantes que prometió y no hizo, etc (caso en el cual sería mas discutible la pertinencia de dicha deuda). Se perpetró para permitir el enriquecimiento acelerado de unos pocos –muchos de ellos amigos del poder e incluso sociedades que incluían a funcionarios del gobierno, como el caso de Luis “Toto” Caputo-; manteniendo mientras pudo un dólar artificialmente bajo a través del ingreso de capitales especulativos que venían a hacerse su agosto, a través de títulos públicos de tasas muy por encima de la inflación del momento, otorgándoles ganancias en dólares que no se conseguían en ningún otro lugar del planeta, y que luego se fugaron succionando esa riqueza, fruto del trabajo de los argentinos, a través de una falsa libertad cambiaria. Tan falsa en su viabilidad que hasta el mismo gobierno cambiemita (que la había proclamado como un dogma sagrado) tuvo que limitar –en contra de los “principios” que declamaba-, cuando estaba ya en el precipicio y habiendo caído unos cuantos metros dentro del mismo.

Lo más grave de la operación implicada en ese comunicado, en línea con algunas insinuaciones previas de dirigentes del sector, es la sugerencia volcada de que si llegaran al gobierno, podrían no pagar las obligaciones en títulos que el gobierno actual está emitiendo. Esto, expresado a diez meses de un cambio de gobierno y por la dirigencia de una de las dos fuerzas más competitivas para ganar la presidencia a partir de diciembre próximo, es claramente una invitación a que quienes invierten sus pesos en títulos públicos del gobierno argentino, dejen de hacerlo, provocando así un colapso financiero de magnitudes incalculables, que genere un caos social que desbarranque totalmente al actual gobierno, pero también a toda la sociedad; con una caída aún mucho mayor de los salarios reales y aceleración de la inflación, entre otras consecuencias.

La amenaza es aún más creíble –aunque sea insólito a nivel mundial que un gobierno defoltee, (o sea deje de pagar su deuda) en la misma moneda que el país emite-, dado que el mismo gobierno de Macri, a través de su ministro Lacunza, el 28 de agosto de 2019 hizo precisamente eso, dándole a eso el indulgente nombre de “Reperfilamiento” de la deuda que ellos mismos habían tomado.

La falsedad de la invocada “bomba de tiempo” de la deuda pública en pesos, se advierte observando que representa un 24% del P.B.I., mientras que en los casos de Colombia y Brasil es del 36 y el 65,6%, y mantenerla en ese nivel sólo requiere un esfuerzo fiscal del 0,2% del P.B.I. Además esos títulos están en un muy alto porcentaje dentro del mismo Estado. Es deuda intraestatal. Si queremos ejemplificar “bombas atómicas de tiempo”, en cambio, podríamos recordar como Macri llevó la Deuda Pública Argentina desde el 53% al 89,8% del P.B.I., en un proceso que acaba de ser gravemente cuestionado en cuanto a su legalidad por la Auditoría General de la Nación. Cuando esa bomba atómica comenzó a estallar, los ministros de Macri llamaron a Alberto Fernández para pedirle que tranquilizara a los mercados, cosa que hizo, sin pedir a cambio siquiera que dejaran de rifar alegremente los dólares que aún quedaban en las reservas. Cristina reprocha a Alberto esa actitud ingenua.

Existe también un debate entre los defensores del gobierno de Macri y los de los gobiernos peronistas de este siglo, donde se acusan mutuamente de quién aumentó en mayor medida las deudas. Sacando la hojarasca, queda claro que si bien ambos las aumentaron, los cambios durante los segundos tendieron a hacerlas más manejables, al reducirlas en general como % del P.B.I. (que es el principal indicador generalmente observado a nivel internacional), aumentar su porcentaje en moneda nacional y hacerla en gran parte intraestatal. Además, existiendo hoy varios tipos de dólar muy diferentes, hay un tendencioso cálculo al elegir cual para hacer las conversiones entre deudas en pesos y en dólares. 

En el caso del actual gobierno, tras haber agotado Macri, las posibilidades de crédito externo para el país y haber recurrido en gran medida Alberto a la emisión como forma de financiamiento durante la pandemia para contrarrestar sus efectos, se optó posteriormente por recurrir principalmente al crédito en pesos. Si bien la falacia neoliberal de que la inflación es meramente efecto del Déficit Fiscal queda una vez más a la vista observando a Bolivia, el País Sudamericano con más baja inflación en 2022, y a la vez con un déficit sobre P.B.I. que más que triplicó al argentino; es obvio que en un contexto altamente inflacionario como el nuestro, la emisión no es un recurso del que se pueda abusar.

La maniobra desestabilizadora de Juntos por el Cambio persigue un doble objetivo: La brutal crisis económica y el más rápido y aún mayor empobrecimiento de gran parte de la sociedad argentina que sobrevendrían si su operación fuera exitosa, les permitirían sin lugar a dudas ganar las elecciones presidenciales, objetivo que hoy parece probable, pero no seguro. Pero además, las grandes y catastróficas conmociones económico-sociales preparan a las sociedades para aceptar recetas draconianas que nunca digerirían mansamente en otras condiciones. Esto es precisamente lo que se propone JxC en esta ocasión, que no ocultan ni disfrazan – como en 2015 cuando hablaban de “pobreza cero” y cosas por el estilo – y que pretenden hacer una transferencia de riqueza mucho más drástica desde los sectores medios, los trabajadores y los más pobres, hacia los sectores de la oligarquía empresarial que ellos representan.

Esto tiene antecedentes, como cuando en 1988 Cavallo instó al Banco Mundial a no efectivizar un crédito acordado al gobierno de Alfonsín, consiguiendo generar una crisis que desembocó en brusca devaluación, hiperinflación, saqueos, derrota y entrega anticipada del gobierno a Menem y finalmente una política de brutales y fraudulentas privatizaciones y aumento sustancial de la desocupación y la pobreza. Difícilmente el pueblo argentino habría aceptado estas políticas, de no haber sido previamente disciplinado por la crisis deliberadamente incentivada. Paradójicamente el mismo Cavallo salió esta vez a instar a JxC a tener una actitud responsable. La irresponsabilidad de ese comunicado alarmó hasta a varios de sus aliados.

Pocas veces ha sido tan obvia la intención de desestabilizar un gobierno, tomando de rehén a la sociedad entera. Cuando se habla de bombas, se piensa en terroristas. Los que pretenden sembrar el terror en este caso son precisamente los autores del comunicado.

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