
ESCRIBE ALBERTO CORTES
Tras la Revolución de Mayo, se enviaron emisarios a distintos puntos del Virreinato del Río de la Plata para solicitar la adhesión a la Junta constituida en Buenos Aires. En el caso paraguayo, algunas justificadas desconfianzas anteriores y de ese momento hacia lo que emanara de la capital, hicieron que la mayoría de las fuerzas vivas de la región decidieran no adherir. La Junta envío un ejército al mando de Belgrano, que fue derrotado en Paraguarí y Tacuarí.
A los pocos meses, Paraguay estableció un gobierno propio, no volviendo a subordinarse a la corona española ni a ningún otro gobierno extranjero.
Copiando instituciones de la República Romana se establecieron Consulados (ejecutivos con dos titulares) y Dictaduras (otorgamiento de poderes extraordinarios a una sola persona para enfrentar emergencias).
Entre 1811 y 1840 fue gobernada por Gaspar Rodríguez de Francia que confiscó o compró a muy bajo precio gran parte de los latifundios de españoles y españolistas, que luego repartió a costo simbólico entre los campesinos. Aplicó sin mayores formalidades la pena de muerte a cualquier delincuente. Se vio obligado a una política de autoabastecimiento por el bloqueo que sufrió. Fue sucedido, a su muerte, por Antonio López, que comenzó un Desarrollo Industrial, con Metalurgias y Ferrocarriles, los primeros de América Latina.
López formó desde muy joven a su hijo Francisco Solano López, que lo sucedió a su muerte en 1862.
El Paraguay era el único país de América Latina -y prácticamente del mundo- sin analfabetos. No existía la delincuencia, no había grandes diferencias sociales ni pobreza extrema. No había deuda externa -al contrario que Argentina y Brasil-.
El imperio Británico no podía tolerar este ejemplo e instrumentó a las oligarquías uruguaya y argentina y al imperio esclavista del Brasil para realizar el peor genocidio de la historia de América Latina -o Guerra de la Triple Infamia-, asesinando a la mitad de la población del Paraguay, incluidos 90% de los varones, que defendieron heroicamente.
Un artículo del genocida Bartolomé Mitre en su diario “La Nación” no deja dudas de los objetivos: ”La República Argentina está en el imprescindible deber de formar alianza con el Brasil, a fin de derribar esa abominable dictadura de López y abrir al comercio del mundo esa espléndida y magnífica región que posee, tal vez, los más variados y preciosos productos de los trópicos y ríos navegables para explotarlos”.
El embajador estadounidense en el Plata Charles Washburn escribió: “Por su torpeza y ceguera,… el pueblo paraguayo merece el completo exterminio que lo aguarda. El mundo tendrá justo motivo para congratularse cuando no hubiera ni una sola persona que hable el endiablado idioma guaraní”. Y mostrando sobre todo, el temor al ejemplo agregó: “Insignificante en sí mismo, el Paraguay podía impedir el desarrollo y progreso de todos sus vecinos”.
Al contrario, Juan Bautista Alberdi expresó: “la alianza del Brasil era una parte esencial de la organización Mitre-Sarmiento; para dar a esa alianza de gobierno interior un pretexto internacional… para justificar una guerra al mejor gobierno que haya tenido el Paraguay, era necesario encontrar abominables y monstruosos esos dos gobiernos”…»En nombre de la libertad … nuestros liberales, Mitre, Sarmiento y Cía., han establecido un despotismo turco en la historia …. Sobre la revolución de Mayo, sobre la guerra de la independencia, … ellos tienen un Alcorán, que es de ley aceptar, creer, profesar, so pena de excomunión por el crimen de barbarie y caudillaje”.
Sarmiento escribió, derrotado el Paraguay ““Estamos por dudar de que exista el Paraguay. Descendientes de razas guaraníes, indios salvajes y esclavos que obran por instinto o falta de razón. En ellos, se perpetúa la barbarie primitiva y colonial… Son unos perros ignorantes… Al frenético, idiota, bruto y feroz borracho Solano López lo acompañan miles de animales que obedecen y mueren de miedo. Es providencial que un tirano haya hecho morir a todo ese pueblo guaraní. Era necesario purgar la tierra de toda esa excrescencia humana, raza perdida de cuyo contagio hay que librarse”. “La Guerra del Paraguay concluye por la simple razón de que matamos a todos los paraguayos mayores de diez años”.
Respecto a su aliado, el imperio esclavista del Brasil, formuló: “El Brasil, por una necesidad tradicional en su sistema de agricultura, usa del medio horrible, pero necesario allí, de la esclavatura”.
Después tuvo la caradurez de ir a vivir a Paraguay, donde murió. Pidió ser enterrado envuelto en las banderas argentina, chilena, uruguaya y paraguaya.
Cabe señalar que la Guerra fue muy impopular en la Argentina –con excepción de Bs.As. y Rosario, con su prensa favorable al mitrismo-. Muchos contingentes de soldados marchaban encadenados hacia el frente a dónde no querían ir. Además se formaron legiones de extranjeros engañados en Europa, enviados a la guerra también a la fuerza.
Destruido el Paraguay, los vencedores se apropiaron de grandes extensiones de tierra para el pago de las cuantiosas indemnizaciones de guerra que exigieron. El país terminó siendo uno de los de más alto nivel de concentración de la propiedad de la tierra en el mundo, proceso consolidado en el siglo XX, durante el stroessnismo.
Con la excepción del gobierno progresista del Cnel. Rafael Franco en 1936-37, que sancionó la mayoría de las leyes sociales, el país no volvió a tener otro gobierno de ese signo hasta la presidencia del sacerdote Fernando Lugo, en 2008, destituído mediante un golpe parlamentario en 2012.
Entre 1954 y 1989 gobernó el dictador Alfredo Stroessner, en una de las tiranías más represivas del continente y clave en la articulación del Plan Cóndor, en combinación con otras dictaduras latinoamericanas. Stroessner integraba desde pocos años antes el Partido Colorado, fundado a fines del siglo XIX. Dicho partido gobierna el país hasta el día de hoy, con la única excepción del gobierno Lugo.
Fernando Lugo carecía de un partido propio, que recién se constituyó -como Frente Guazú– una vez en el gobierno. Se alió para llegar al mismo con el otro partido tradicional paraguayo, el Liberal Auténtico, que aunque se había opuesto siempre a Stroessner, no tenía ni tiene una ideología de cambio real.
Lugo sufrió en agosto pasado un ACV, que vino a hacerse tratar en Argentina, en donde acaba de ser dado de alta esta misma semana y regresado a su país para ser candidato a senador.
La alianza de los sectores más progresistas con los liberales (La Concertación), nominó en las primarias generales de diciembre pasado al liberal Efraín Alegre para las elecciones presidenciales del próximo 30 de abril.
La debilidad e inorganicidad de los sectores más progresistas y su escasa articulación con el movimiento social, los condena por ahora a ser furgones de cola del liberalismo, aunque algunos se han salido de la Concertación.
En el campo de los colorados, el actual presidente Mario Abdo Benítez, se enfrentó en esas primarias al ex presidente Horacio Cartes –muy amigo de Mauricio Macri que viajó irregularmente en medio de la pandemia para verlo, de extenso prontuario y catalogado de “significativamente corrupto” por el gobierno de EE.UU.- Cartes derrotó a los candidatos de “Marito” (como llaman a Abdo) e impuso sus candidaturas.
En 2008, el 76% del valor de las mercaderías importadas desde EE.UU. no era registrado por la aduana, por su subvaloración, siendo similar la situación con otros socios comerciales. Esto da idea de la magnitud del contrabando, la evasión impositiva y se corresponde con la fama del país como paraíso de los lavadores de dinero. También el narcotráfico juega un papel muy relevante en la economía. Esto es parte de un sistema de corrupción gigantesco, del que son socios principales la mayoría de los cuadros que han gobernado el país durante los últimos 70 años –con la única salvedad del gobierno Lugo-.
El gobierno de Lugo mejoró considerablemente la salud y la educación, pero no se animó a atacar en su médula el sistema de hipercorrupción.
La embajada norteamericana en Asunción (unas 6 manzanas dentro de la ciudad) es significativa en la articulación de las políticas del Comando Sur de los EE.UU. en esta parte del continente, bastión remanente del neoliberalismo.
Los Campesinos y el Movimiento Social resisten desde hace décadas este sistema de entrega y represión, pero sin que se haya logrado plasmar esto todavía en una alternativa política sólida y coherente.
