
Cuando el 27 de enero de 1945 los soldados del Ejército Rojo entraron en Auschwitz, Iván Martýnuskin fue uno de los primeros que vio el infierno que representaba el campo de concentración.
«Ellos vivían en un infierno, bajo la amenaza constante de la muerte. Estaban cansados, agotados. Pero en sus ojos se veía una alegría. La alegría de la liberación, la alegría de que ese infierno había terminado», recuerda el veterano.
«Cuando vimos hornos, el primer pensamiento fue que era un crematorio. Que la gente se moría, y en lugar de enterrar los cuerpos, los quemaban. Nunca se nos habría ocurrido que los hornos fueron construidos para matar a la gente. Era parte de la destrucción sistemática», agrega.
Leonti Brant, unos de los libertadores del campo de concentración, relata: «Había un montón de plantas de zapatos de soldados, de zapatos masculinos y de botas femeninas, así como de zapatillas infantiles. Había un montón de pelo, sobre todo de mujeres. Los sacos estaban llenos de piel humana».

CAMPO DE LA MUERTE

Auschwitz es el lugar donde fueron cometidos más asesinatos en masa en la historia de la humanidad. Según diferentes fuentes, en Auschwitz han muerto de 1 millón a 4 millones de personas. Los prisioneros fueron asesinados en los crematorios, fallecieron debido a las condiciones inhumanas de trabajo, hambre, frío, epidemias o experimentos médicos.

De 1.300.000 de los reclusos de Auschwitz casi 234.000 eran niños. El día de la liberación del campo de concentración quedaban sólo 611 niños. El destino de todos los recién nacidos era trágico: los ahogaban y tiraban sus cuerpos a la calle.
En el momento de la liberación del campo de concentración, además de los niños, ahí se encontraban sólo 2.500 adultos. Pero ahora para algunos políticos es, al parecer, más importante atribuir la contribución de la hazaña más a unos que a otros (respecto a que si hubo más soldados del ejercito ucraniano que del ejercito ruso, como manifestara hace algunos años el canciller polaco, Grzegorz Schetuna).
En vez de honrar la memoria de las víctimas y decir mil gracias a los pocos veteranos del Ejército Rojo que están vivos. Lamentablemente, algunos, en busca de la defensa de sus ideales políticos, optan por ‘pisar’ los corazones valientes de los soldados abriendo las heridas aún no cicatrizados de la historia.

FUENTE: actualidad.rt.com