
POR ALBERTO CORTES
Hace un par de semanas Irán y Arabia Saudita anunciaron el próximo restablecimiento de sus relaciones diplomáticas. Poco después el Presidente Chino Xi Jinping visitó Moscú e invitó a su homólogo Ruso, Vladimir Putin a hacer lo propio a Beijing. Ambos son significativos síntomas de los cambios que se están produciendo en el escenario mundial.
Irán y Arabia Saudita, dos países musulmanes, no-árabe el primero, y separados básicamente por el Golfo Pérsico; venían disputando desde hace mucho un lugar de preeminencia entre los países islámicos de la región.
Las dos principales ramas del Islam, desde el siglo VII han sido los Chiitas –seguidores de Alí, yerno del profeta Mahoma– y los Sunitas. Éstos últimos son mayoría, pero en algunos países como Irán, la gran mayoría es Chiíta.
Fueron Clérigos Chiítas los que encabezaron, en 1979, la Revolución que terminó con la Sangrienta Dictadura Proestadounidense del Sha Mohamed Reza Pahlevi, vigente desde el Golpe Impulsado por la CIA y los Servicios de Inteligencia Británicos para derrocar en 1953 al Primer Ministro Mohammad Mosaddeq, elegido democráticamente y con gran apoyo popular. Los gobiernos de la República Islámica de Irán que siguieron desde el 79 han significado un desafío importante a las monarquías conservadoras de la región como la de Arabia Saudita.
Ésta, practica una legislación islámica tan ortodoxa como la de Irán, pero su orientación es Sunita, de la variante Whabita. La Monarquía Absoluta de Arabia Saudita considera como su zona de influencia a los demás países de la península arábiga –monarquías en su mayoría- y arrastró a varias de estas a un boicot y aislamiento a Qatar, país que por compartir un importantísimo yacimiento de gas natural bajo el Golfo con Irán, se veía precisado a mantener mejores relaciones con este país, al que los sauditas pretendían enfrentar, involucrando tras de sí a todo el resto de la península.
Cuando en 2016 un notable Clérigo Chiíta y otros 46 opositores fueron decapitados por los Saudíes, manifestantes Iraníes incendiaron su embajada en Teherán y se rompieron las relaciones diplomáticas, culminando las tensiones de larga data.
Ahora, el restablecimiento de esas relaciones ha sido anunciado, no en Teherán ni en Riad, sino en Beijing, y con la mediación de China; lo que implica un sorprendente y resonante triunfo diplomático de ese país, que empieza a erigirse en actor importante en Asia Occidental (mal llamada “Medio Oriente”), zona donde los EE.UU. habían aparecido siempre como el prácticamente único patrocinador de los acuerdos internacionales entre países de la región. Los acuerdos no se limitan además a las relaciones diplomáticas, sino que involucran también otros en materias de seguridad y economía. Los mismos fueron aplaudidos por otras monarquías del Golfo y países como Argelia, y es probable que varias de esas monarquías sigan el ejemplo saudita.
La Prensa Estadounidense lo consideró como una derrota diplomática de su país. Arabia Saudita ya había además decepcionado a Biden ante sus pedidos relativos a la producción y los precios del petróleo. Viene ensayando también un creciente comercio con China, buscando prescindir del dólar en él.
En Yemen, se libra desde 2014 una guerra que ya ha costado entre el doble y el triple de muertos que la de Ucrania, pero como los muertos son árabes y no europeos, no tiene casi lugar en la Prensa “Independiente” Internacional. En esta guerra se enfrentan fracciones afines a Arabia Saudita e Irán. En el primer caso hay financiamiento, principalmente saudita y de otras monarquías del Golfo, y estadounidense.
En Siria, desde 2011 se libra una guerra en la que distintas facciones intentan derrocar al gobierno de Bachar al Asad. Algunas de ellas tienen financiamiento saudí, mientras que Hezbollah (chiíta, y por tanto cercano a Irán), pelea junto al Ejército Sirio, al igual que Rusia. Entre los opositores se encuentran el Estado Islámico y otras fuerzas claramente terroristas. Un cable del Consejero de Seguridad Nacional Estadounidense Jake Sullivan a su superior, la Secretaria de Estado Hillary Clinton en 2012 decía. “Al Qaeda está de nuestro lado”. El congresista norteamericano Matt Gaetz afirmó hace poco: “»No hay papel para EE.UU. en Siria… Una y otra vez, el trabajo que hacemos no reduce el caos. A menudo, causa el caos, el mismo caos que posteriormente lleva al terrorismo”. La actual presencia de tropas estadounidenses en Siria es tan Ilegal como la de Tropas Rusas en Ucrania.
También en el Líbano hay tensiones entre Hezbollah –chiíta y el principal partido político de ese país-, y sectores pro-sauditas.
En caso de que el deshielo Iraní-Saudita se concrete y profundice, es probable que esas guerras y tensiones encuentren cauces más favorables hacia la paz en todos estos países.
Días después, la visita de Xi Jinping a Moscú, que incluyó la firma de numerosos Acuerdos, el impulso a un nuevo gasoducto para llevar gas ruso a China y el apoyo ruso a la propuesta china de paz para Ucrania, mostró nuevamente que las relaciones entre los dos países están en su mejor momento, desde que a mediados de los ´50 Mao tomó distancia de Kruschev.
Es que los EE.UU. han adoptado 1400 ACTAS DE “SANCIONES”, contra 35 países que abarcan el 72% de la población mundial; y lógicamente esta arrogancia va generando reacciones de solidaridad y acercamiento entre las víctimas de estas acciones.
Además, la permanente provocación de EE.UU. y la OTAN hacia Rusia en el escenario europeo, al sumar a esa alianza guerrerista a una docena de países de Europa Oriental, cuando se habían comprometido de palabra a no incorporar a ninguno, y financiar en 2014 un golpe en Ucrania, junto a los nazis de ese país; se suma al aliento, especialmente de algunos dirigentes demócratas norteamericanos, a las pulsiones independentistas de algunos sectores de Taiwan –afortunadamente derrotados internamente en las últimas elecciones municipales en la isla-, contradiciendo los públicos compromisos de EE.UU. y de la mayoría de los países del mundo de reconocer a Taiwan como parte de China (sólo 13 de un total de cerca de 200 países reconocen a Taiwan, que además perdió 9 reconocimientos en los últimos 7 años).
Desde hace décadas, teóricos de la geopolítica han formulado la idea de que quien controle Eurasia, controlará al mundo; y de allí la Estrategia Estadounidense de acosar a sus oponentes en ese continente desde el Oeste (Ucrania y otros países cercanos a Rusia) y desde el Este (Taiwan y antes Hong Kong), buscando llevar a Rusia y China hacia enfrentamientos que los debiliten y permitan eventualmente una mayor fragmentación de esas potencias, como la que ya lograron en 1991, con la U.R.S.S. El General de la Fuerza Aérea norteamericana Mike Minihan ha pronosticado que probablemente haya guerra con China en 2025 por Taiwan u otra excusa, y que hay que prepararse para ello.
La visita del presidente chino a Moscú no es anecdótica. Se inscribe en una multitud de acuerdos y espacios de cooperación internacional que se han ido desarrollando en los últimos años abarcando a estos dos países (o al menos a uno de ellos en algún caso) y a muchos otros; sin la participación de EE.UU. Como los BRICS, la Organización de Cooperación de Shangai, la Unión Económica Euroasiática, el RCEP (el mayor acuerdo comercial del mundo), el Cinturón y la Ruta y otros.
El acuerdo entre Irán y los sauditas muestra el debilitamiento relativo de EE.UU. en esa región, que le cuesta mantener en simultáneo con su hostigamiento a Rusia en Ucrania y a China en el este. Su aliado Otantista Macron, en su reciente gira por Africa recogió el cansancio de ese continente con el Neocolonialismo Occidental. Burkina Faso y Malí pidieron la retirada de las tropas francesas de sus territorios, así como el parlamento iraquí votó la expulsión de las estadounidenses de su país, en 2020. Israel, otro aliado estadounidense, acaba de ser expulsado de la Unión Africana, en la que había logrado colarse como observador por la ventana dos años antes. Sudáfrica no olvida que fue el principal aliado del Régimen Racista y Genocida del Apartheid.
Con la guerra de Ucrania, EE.UU. consiguió que la mayoría de los Gobiernos Europeos se subordinen hasta un punto increíble a sus deseos, contrariando incluso abiertamente los intereses de los Propios Pueblos de Europa. Pero la mayor parte del resto del planeta se le va yendo de las manos al mismo tiempo.
El mundo hegemonizado por los EE.UU. y sus aliados cercanos, configurado tras la disolución de la U.R.S.S. en 1991, está dando lugar a otro, mucho más plural, con diversidad de potencias regionales.
En otro contexo, el de la Guerra Fría, en 1976 el Golpe Cívico-Militar de Argentina, junto con otros similares en Latinoamérica, venía a consolidar con Genocidios, la Hegemonía Norteamericana en la región. El NUNCA MAS a ese Golpe, significa interpretar las nuevas realidades para poder concretar el Proyecto de Independencia Nacional y Justicia Social por la que Luchó la Generación Masacrada por los Militares manejados por el Poder Económico aliado a la Potencia Hegemónica. El mismo Poder Económico que hoy manipula a la Justicia –Corte Suprema a la cabeza– y a la Gran Prensa, con objetivos similares a los de 1976.
La construcción de la Unidad Latinoamericana, para insertarse de conjunto en ese mundo multipolar naciente –mucho más favorable a nuestros intereses que el Imperio Norteamericano en el que aún vivimos-, es el camino posible y necesario para el Logro de los Objetivos Nacionales y del Pueblo Argentino.
