MANUEL LEIVA

ESCRIBE GUSTAVO BATTISTONI

El Poder dominante siempre ha silenciado a aquellos hombres y mujeres que han ido contra los intereses hegemónicos. En nuestro país, un Federalista como Manuel Leiva no podía tener otro destino. Nacido el 10 de enero de 1794 en Coronda, este notable patriota es un completo olvidado. La política del Litoral argentino de la primera mitad del Siglo XIX no se puede elucidar sin conocer la vida de quien acertadamente, el gran historiador correntino Federico Palma, en un hermoso libro, denominó como El Pregonero de la Unidad Nacional.

Defensor de las ideas federales desde muy joven, tuvo una actividad descollante como hombre de consulta de los principales actores políticos del Litoral. Estanislao López, Pedro Ferré y Justo José de Urquiza, tuvieron en Manuel Leiva a un hombre de confianza en el caliginoso ambiente guerrero que había nacido con la emancipación. Las provincias de Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes deben una parte de su arquitectura política a la obra de uno de los grandes constructores del consenso nacional bajo el sistema federal de gobierno.

Su actuación durante la discusión sobre el Pacto Federal de 1831, lo ubica como un clarividente político. Reemplazó a Pedro Ferré como representante de Corrientes en la discusión del Tratado, marcando a fuego la política bonaerense que quería mantener el monopolio del Puerto y la Aduana para seguir saqueando a las provincias. Decía a Tadeo Acuña, a la sazón ministro de Catamarca, en una memorable carta: “Buenos Aires, es el único que se puede resistir a la formación del Congreso, y la razón que tengo para temerla es porque en la organización y arreglos que se meditan, pierde, en mi opinión, el manejo de nuestro Tesoro, con que nos ha hecho la guerra, y se coartará el comercio extranjero que es el que más le produce”. Su polémica con José María Roxas y Patrón, representante del poder porteño, es de una actualidad palpitante por su denuncia de una política aún vigente que socava la unidad nacional.

Como su jefe político Pedro Ferré, Manuel Leiva era un Proteccionista Industrial en materia económica, y le confiaba al funcionario catamarqueño: “Nada importan, mi amigo, la paz y la tranquilidad, si la industria territorial, que es el manantial fecundo de la riqueza, ha de quedar sin protección, el tesoro de la nación, siguiendo el problema de si nos pertenece a todos, o solo a los señores porteños, como hasta aquí y nuestros puertos desiertos. No es porque hoy pertenezca a Corrientes como diputado de allí; pero esta provincia, es indudable que en medio de la guerra y sin los recursos y auxilios de un orden general, por haber adoptado el sistema de leyes restrictivas al comercio extranjero, y de protección a su industria, es una de las más florecientes”.

Muchos años después, en 1897, Ulysses Grant, decimo octavo Presidente de los Estados Unidos, dirá en un Congreso Librecambista en Gran Bretaña: “Señores, durante siglos, Inglaterra ha usado el proteccionismo, lo ha llevado a sus extremos y le ha dado resultados satisfactorios. No hay duda de que a ese sistema debe su actual poderío. Después de esos dos siglos Inglaterra ha creído conveniente adoptar el libre cambio por considerar que la protección ya no puede dar nada. Pues bien señores, mi conocimiento de mi patria me hace creer que dentro de doscientos años, cuando Norteamérica haya obtenido del régimen protector todo cuanto este pueda darle, adoptará definitivamente el librecambio”.

En conclusión, el Sistema Económico que pregonaba Manuel Leiva nos hubiese llevado, sin duda, a un desarrollo tan portentoso como el de los norteamericanos. Lamentablemente, fueron las ideas librecambistas de Rivadavia y Mitre las que triunfaron y nos mantienen en el subdesarrollo y la dependencia.

Fue, además, un brillante periodista que hizo de la necesidad de un orden jurídico que aunara a todos los argentinos, una prioridad: “Un Estado sin Constitución, sin Libertad, solo representa una reunión de pueblos que habiendo nacido en un área determinada de territorio que ellos mismos la señalan se creen con derecho a él y le llaman Patria, pero que en el orden político están muy lejos de formar un Estado o una Nación regular. Los Argentinos han conquistado cuatro nacionalidades que hoy rolan entre las potencias civilizadas pero no han podido conquistar la suya en treinta y cinco años de heroicidades, de dolorosas lecciones y desengaños”. Desde esta concepción tuvo un destacado papel en el Acuerdo de San Nicolás y en el Congreso Constituyente de 1853, sin poder resolver la Argentina, aún hoy, una enorme cantidad de problemas ante la ausencia de un verdadero federalismo.

Falleció el Eminente Argentino el 28 de agosto de 1879, en la ciudad de Paraná, sin que los Gobiernos de Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes, a los que había servido con lealtad y patriotismo, hagan llegar siquiera unas palabras de condolencia. Sic transit gloria mundi.

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