
ESCRIBE RAMIRO CAGGIANO BLANCO
Si en Rusia se conmemora Victoria en la Gran Guerra Patria, conseguida por Rusia y las potencias aliadas, como recordó Putin en su discurso del día 9, en Europa, en cambio, se festeja “El día de Europa” lo que, claramente, borra la participación de la ex U.R.S.S. de la gesta al reducirla a un evento que se acota a los países europeos.
Lo estadounidenses no le van en saga: la portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, dijo en la fecha que la Segunda Guerra Mundial terminó con la victoria de Estados Unidos sobre el fascismo. Sin Europa, mucho menos la unión de países comunistas.
EE.UU. hace años que se apropia de la victoria a lo largo de las series y películas en la que pululan los “soldados Ryan” y otros héroes individuales, convirtiendo a la guerra en cosa valientes y no en la organización de toda la sociedad. En ese relato, destacan “ad nausean” el papel de tanques, camiones, aviones y otras máquinas, haciendo alarde de la supremacía de la industria norteamericana.
TODO FALSO:
Según explica el historiador inglés Norman Davies en su libro El mundo en Guerra, hay varios puntos que deben ser revistos:
a) El territorio: Europa tiene razón cuando dice que gran parte de la II Guerra se desarrolló en sus fronteras. Sin embargo, a pesar de lo que retratan la mayoría de las películas, no fue en la parte de la Europa occidental sino en el este europeo, principalmente en Polonia, Ucrania, Hungría, los países bálticos y en la Rusia europea, entre otros.
b) Los protagonistas de la guerra: en contraposición a los héroes individuales de la industria cultural norteamericana, aproximadamente unos 27 millones de civiles y militares rusos perdieron la vida (según las fuentes, fallecieron entre 8.500.000 y 11.500.000 de militares y entre 11 millones y 16.500.000 de civiles).
c) En contraposición al protagonismo exclusivo de la maquinaria de guerra, Davies pone en el centro el papel de los caballos, vitales en la logística ya que en aquél entonces no se contaba con carreteras adecuadas y los camiones y vehículos pesados, como los tanques, quedaban empantanados, principalmente en Ucrania, como aún hoy ocurre.
d) La participación de los ejércitos: el Ejército Rojo soviético, entre 1941 y 1945, derrotó 607 divisiones nazis causando a la Wehrmacht el 73% de todas las bajas. Por su parte, las tropas aliadas derrotaron apenas unas 176 divisiones.
e) Hablando de “soldados Ryan”, los prisioneros estadunidenses muertos por los nazis fueron 1.121 de un total de 93.941 capturados y los ingleses 7.179 de un total de 137.059 prisioneros. Estos tristes números contrastan, sin embargo, con los 3.300.000 asesinados por el régimen nazista de un total de 5.700.000 prisioneros. No se justifica ninguna muerte, sólo queremos evidenciar la diferencia.

Dados estos números ¿a qué se debe este apagamiento del protagonismo soviético? Tal vez esta actitud podría entenderse en el marco de la finalizada guerra fría, pero hace unos años se ha hecho extensivo a todo lo que sea ruso y se intenta cambiar la historia al punto de que se “blanquea” a colaboracionistas históricos con el régimen nazi, como Estephan Bandera, en Ucrania, o a regimientos enteros, como ocurre en Polonia, Finlandia, Letonia o Estonia, en su afán de oponerse a Rusia. Y se derriban monumentos al Ejército Inmortal en varios países, como Polonia. El año pasado no fue invitado Putin a las conmemoraciones, hoy se han prohibido en varias ciudades “para no crear disturbios”, como en París o Berlín, o se prohíben símbolos o banderas rusas.
Más allá del conflicto bélico en Ucrania, hay que considerar que todo esto se da en un momento de paulatina, pero sin pausa, caída del poder hegemónico de EE.UU. Una potencia hegemónica, en la teoría tradicional, se fundamente en 3 pilares: supremacía institucional, económica y militar.
En lo que respecta a lo institucional, EE.UU. hace agua por todos lados. Una justicia que todos evitan por su vocación de ‘jurisdicción mundial’ que la lleva embargar fragatas, aviones, sancionar países y empresas económicamente, incautar bienes, congelar depósitos soberanos, etc. Una democracia surrealista, con un sistema de votación anárquico y un sistema de elección por colegio electoral arcaico que hace que el que el que obtiene la mayoría de los sufragios no sea necesariamente elegido presidente. Una “prensa libre” que calla ante la prisión absurda de Julian Assange, la censura a los medios rusos y deja fuera del aire hasta al derechista Tucker Carlson, el presentador de más audiencia en las noches. La supremacía económica, por otro lado, en entre otras cosas está jaqueada por el avance de la economía china y de otros países asiáticos, por la pérdida de protagonismo del dólar, fruto del proceso de desdolarización, por la suba de las tasas de interés la recesión y riesgo de quiebras bancarias, así como por el cansancio y de muchas naciones ante los atropellos jurídicos que mencionamos antes. Finalmente, la supremacía militar ya no es tan incuestionable dada la cada vez más sofisticada producción militar china y la capacidad nuclear rusa, hoy aliados estratégicos.
Todo esto hace que Rusia, y China por elevación, deba ser llevada a su ínfima dimensión simbólica, en todos los campos para, por contraste, tapar o disimular la propia decadencia del país del norte.
Trechos del Discurso de Putin en la celebración en Moscú:
“Les felicito en el Día de la Victoria, que conmemora a nuestros antepasados que inmortalizaron sus nombres al defender su patria. Sacrificaron sus vidas para salvar a la humanidad del nazismo.
Vemos que en algunos países se destruyen monumentos soviéticos y la memoria de los héroes reales se borra. Esto es un crimen.
Todos los pueblos de la Unión Soviética contribuyeron a la victoria común y lo vamos a recordar siempre.
En Rusia guardamos la memoria de los defensores de la patria, veneramos a los defensores que lucharon contra el nazismo, también veneramos y respetamos a los combatientes de nuestros aliados como EE.UU., Gran Bretaña; también recordamos al pueblo chino, que combatieron el militarismo japonés. Todo eso nos sirve como una base firme sobre la que se construye una multilateralidad que permite un desarrollo libre de todos los pueblos”.

La veterana de guerra Nina Yegorovna, de 102 años, fue homenajeada en la ciudad de Shymkent, en Kazajistán. A los 17 años tuvo que ir al frente de batalla como operadora de radio y llegó a comandante de brigada.